Carta 10: Historia de Babar (Jean de Brunhoff)
Nuestra última carta llena de sorpresas...
En 2017 Laurent de Brunhoff y su hermano Mathieu van juntos a la Morgan Library en Nueva York para ver el manuscrito del primer borrador de Historia de Babar, el pequeño elefante. Aquí está la página de lo que miran emocionados:
Si quieres mirar el resto del libro, puedes hacerlo en este enlace donde está escaneado todo el borrador y es una maravilla ver cómo de aquellos trazos surgió este clásico.
Los hermanos ya son nonagenarios y ven seguramente después de muchísimos años la historia que su padre, Jean de Brunhoff hizo para ellos cuando tenían cuatro y cinco años. Desde 1948 Jean dio continuidad a la vida de Babar con más de veinticuatro álbumes, películas, productos de peluche, papelería e incluso perfumes.
No muy lejos de esa biblioteca vivía Maurice Sendak, que falleció cinco años antes. Sendak conoció la obra de Brunhoff y fue amigo de Laurent quien emigró a Estados Unidos en 1985. Sendak, con motivo del cincuenta aniversario de Babar, dijo esto:
Su tono francés, que entendía como una especie de distanciamiento, me seguía irritando. Y si me gustaban sus libros era simplemente porque eran espléndidos desde el punto de vista gráfico. (…) Me cabreaba con vehemencia con el núcleo de lo que para mí era el problema no resuelto de Babar: la muerte de su madre, por supuesto. Nunca superé del todo esa muerte.
Esto eran sus ideas en los años 50, cuando conoció por primera vez la obra. En esa misma conferencia escribió que después de años de mirar los libros y después de años de superar su conflicto freudiano de pérdida de la madre, consiguió ver estos libros como lo que eran:
Babar representa exactamente aquello que convierte un álbum ilustrado en una obra de arte.
(Por cierto, como curiosidad, hace años se subastó la colección de Maurice Sendak: aquí hay un rastro de uno de sus libros de Babar con dedicatoria).
¿Por qué este libro en nuestro club? Repasando este maravilloso año de lecturas, me di cuenta de que, de repente y sin haberlo previsto, muchos de los libros tenían relaciones curiosas: la estructura de cuento de hadas (La bella durmiente, La princesa ligera); se habla de la vida salvaje (Max y Moritz); de la ropa como elemento civilizatorio con una gran carga simbólica (y que en El negrito Sambo o El cuento de Perico se utilizan igualmente, también en Los niños de las raíces); de la comida (los tres títulos anteriores y Señor Pez o Madeline); está presente la dualidad ciudad-campo (en casi todos ellos); y también la orfandad (Madeline). El viaje como elemento que cambia al héroe y muchas ideas más que he ido anotando como por ejemplo la presencia de animales que tensionan el comportamiento humano y animal. También, durante casi todas nuestras cartas y comentarios, nos ha acompañado un creador muy particular: Maurice Sendak, bien ilustrando algunos textos, bien hablando de ellos. ¿No es todo esto maravilloso? Sin darme cuenta, es uno de los motivos.
Bettina Hürlimann en su estupendo libro Tres siglos de literatura infantil europea dedica un capítulo completo a la vida de Babar y sus creadores (Jean y, posteriormente, su hijo Laurent), y afirma:
Este Babar enamorado de la civilización constituye en nuestros tiempos [habla de los años cincuenta], cansados de civilización, casi un anacronismo, pero, simultáneamente, supone un ejemplo maravilloso y alentador, ya que se comporta frente a las conquistas de la civilización con la inocencia propia de los animales. El niño, que sigue con su entusiasmo las aventuras del emprendedor elefante, toma parte, sin tomar consciencia de ello, en la elaboración de un Estado ideal.
El autor
Jean de Brunhoff nació en 1899, en un momento histórico que está a caballo entre el esplendor del siglo XIX y la incipiente modernidad. El padre es editor de libros ilustrados y revistas de moda. Jean puede pronto dedicarse al arte porque es algo que pertenece a la familia, así que estudia y pinta obras con un cierto tono lírico como esta:
Discreto y refinado, se casa en 1924 con Cécile. Jean no puede vivir de su arte, pero la situación acomodada de las dos familias les permiten disponer de una renta suficiente para tener una casita en los Alpes y un par de pequeños apartamentos en París. De ellos se dice que eran un matrimonio armónico y feliz. En 1925 nace Laurent quien hereda el gusto por la pintura. En 1926 nace Mathieu y en 1934 nace el tercer y último hijo, Thierry. Se cuenta que desayunaban cereales norteamericanos, tal vez un gesto de esa modernidad que ambos abrazaban.
En 1930 Jean es diagnosticado de tuberculosis. Ya sabe que su vida será corta. En 1937, cuando Thierry apenas tiene tres años, muere en los Alpes. Su viuda tiene 33 años y le espera la muerte de su padre, la guerra, la ocupación alemana. Sin embargo, antes de morir Jean ha creado a Babar y le ha dado tiempo a publicar seis títulos con este personaje que le dará dinero, reconocimiento y un legado que heredará Laurent.
El libro
Una tarde de 1930 la madre inventa un cuento para los dos hermanos mayores de cuatro y cinco años.