Carta 4: El negrito Sambo (Helen Bannerman)
El sorprendente viaje de un libro
Antes de nada: mil gracias por vuestros comentarios a la carta anterior sobre Max y Mortiz. Había pedido que hiciéramos una lista de libros con niños subversivos. No es muy larga, pero la comparto aquí para que la tengamos a mano:
Robert Graves y Maurice Sendak: El gran libro verde
Wilfried von Bredow: Lola se embala
Pepe Maestro: Cómo cocinar a un niño
Las aventuras de Till Eulenspiegel
Maldades de dos pilluelos - La versión mexicana de The Katzenjammer Kids, de Rudolph Dirk. (incluyo las imágenes que compartió Cristina):
Mark Twain: Las aventuras de Huckleberry Finn
Christine Nöstlinger: Konrad o el niño que salió de una lata de conservas
Pierre Le Gal y Éric Héliot: Carlota y miniatura
Roald Dahl: Matilda
Bueno, al menos es algo para empezar. Con tantos libros como se publican es sorprendente que siga habiendo tan pocos libros “a favor de los niños” en sus deseos de minar las normas sociales y enfrentarse a la autoridad.
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Por qué este libro en este club
Durante mi investigación para el libro de Las incursoras me topé con una mujer, Helen Bannerman, que escribió e ilustró un libro con una historia que contaba a sus hijas: El negrito Sambo (The Little Black Sambo). Probablemente hubiera sido uno de los tantos libros olvidado en el tiempo, pero no fue así. De todos los libros que vamos a leer en este club es, quizás, el que tiene la historia más sorprendente, alucinante y con repercusiones que llegan al día de hoy. Para un libro publicado en 1899 no está mal, pero vamos a ver en esta carta todo lo que pasó con este librito que, originalmente tenía un formato minúsculo, de 6,4 x 8,8cms.
Como el foco de este club es el futuro del pasado, me parecía importante poder leer un libro que ha sido reescrito e ilustrado innumerables veces, que ha estado acompañado de polémicas sociales y políticas, y ha gozado del entusiasmo de sus pequeños lectores mientras, a lo largo del tiempo, ha sido prohibido, escondido, censurado y finalmente, reescrito.
Toma tu café o té y dedica un buen rato porque esta carta es de las largas…
La autora
Helen Bannerman (1862-1946) nació en Escocia y vivió entre los dos y los doce años en Madeira, donde su padre era ministro de la iglesia escocesa. En esa época las mujeres no podían entrar en la universidad, pero sí hacerlo a exámenes externos donde consiguió un título en una carrera reservada a las mujeres y llamada Lady Literate in Arts. Luego se casó con el médico Wiliam Burney Bannerman con el que se trasladó a la India en 1889, a la antigua Madrás. Allí la población era eminentemente de la etnia tamil y allí pasó treinta años de su vida. En ese tiempo tuvieron cuatro hijos. Por resumir su vida, regresaron a Edimburgo en 1918 y murió en 1946.
Bannerman era un producto típico de la época imperialista británica. Su marido, médico, investigaba enfermedades producidas por la picadura de las serpientes mientras actuaba como misionero para “civilizar” a las colonias. Bannerman escribió el libro de la historia que contaba a sus hijos para darles de comer, y también lo ilustró. Este texto surgió del movimiento de súbditos imperiales británicos como lo fue Rudyard Klipling por ejemplo.
Wikipedia no cuenta mucho sobre esta mujer. Sin embargo, en la gran cantidad de artículos que se han escrito sobre su libro aparecen más apuntes: entre 1880 y la Primera Guerra Mundial vivió en Bombay para moverse a Madras donde su marido, el General William Bannerman trabajó como oficial del servicio médico. Es decir, eran inmigrantes de la prominente comunidad británica en la India (enviaba a sus hijos durante la estación más calurosa a pasar las vacaciones con su hermana en Aviemore). Su vida social era inseparable de los compromisos religiosos y de otras prácticas para instalar un imperio escocés en el país. Estaba muy implicada en tareas caritativas así como en escuelas y orfanatos.
En la abundante correspondencia que dejó, solicita a su hermana que le envíe libros escoceses que tienen conexión con el folclore popular y las nursery rhymes, libros que leyó en su infancia que sin duda la conectaban con su cultura y su patria al mismo tiempo.
El negrito Sambo tiene mucho de folclore, como veremos más adelante.