7 Comentarios

Gracias por tus aportaciones, seguro que estos títulos, cuando los lea , me ayudarán a comprender por qué un libro te engancha y sientes que está bien escrito.

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Hola Ana,

Esta entrada me ha parecido de sumo interés. Tomo nota de este libro para leerlo.

Hablo desde la niña que fui y que tardó en empezar a coger el gusto por la lectura. No me dí cuenta de que me gustaba leer hasta los 11-12 años y eso que en mi casa se leía y había libros. Toda mi infancia fue una batalla con las lecturas que nos hacían leer en el colegio o con la selección, a veces muy poco interesante e incluso aburrida en algunos casos, que había en la propia escuela. De niña llegué a pensar que era completamente idiota por no disfrutar leyendo como los otros niños de mi clase. No sé qué me llevó a relacionar la lectura con ser más o menos capaz.

En mi colegio de primaria sucedía todo eso de las fichas, donde debía quedar claro y demostrado que te habías merendado ese libro de pe a pa. Así el profesor se aseguraba de que los alumnos habíamos cumplido con el deber de leer (eso es a mi modo de ver, lo más triste, imponer la lectura más como un deber que como algo a lo que hay que aproximarse desde el interés real).

Despertar el interés en la lectura me parece algo que depende de multiplicidad de factores, pero uno de ellos debería ser el respeto a los niños como lectores inteligentes, más allá de lo que los adultos decidan qué se debe leer, el cómo y el cuando.

Por suerte, finalmente gracias a libros como por ejemplo La historia del Señor Sommer, entendí de un día para otro que sí que me gustaba mucho leer, lo que había sucedido era que, sencillamente, las maneras de adentrar a los niños en la lectura no eran los mejores ni los más inteligentes por parte de los colegios y de los docentes de mi época. Era un sistema de animación a la lectura más bien desatento y pobre; te doy la ficha, lees y luego respondes esa preguntas de la ficha, fin. Las preguntas de las fichas eran del todo absurdas, la mayor parte de las veces.

Y luego en el instituto, aunque ya me gustaba mucho leer, otra vez esa sensación de imposición. ¿Con qué criterio ponen sobre la mesa unos libros y descartan otros? ¿Por qué no dejar a los alumnos la capacidad de elegir y trabajar a partir de ahí para despertar un interés real? En mi instituto, no solo debíamos hacer fichas, también teníamos que hacer exámenes basados en el libro, donde debías acordarte de cosas como si el café que tomaba el señor menganito en la página chorrocientasmil, estaba frío o caliente (información que no era relevante en la trama del libro, con eso lo digo todo) y así un largo etcétera, donde se primaba memorizar el libro, antes que la imaginación que se activa al leer una narración, el desarrollo de la trama, las preguntas que surgían durante la lectura, los mensajes entre líneas, etc..

Los planes de animación a la lectura han sido bastante desacertados durante décadas, aunque se hayan hecho con la mejor de las intenciones.

Menos mal que sobreviví a esos enfoques y a día de hoy soy una lectora que disfruta tremendamente leyendo, porque los libros son un tesoro, pero no lo ponían nada fácil desde los planes de estudio.

Deberíamos tratar a los niños con respeto y animar a la lectura de un modo más orgánico y nunca impositivo. Esa imposición solo les alejará o les aburrirá en el mejor de los casos.

He pegado este rollo, por si algún docente lo lee por casualidad y también se anima a recordar su propia infancia lectora (o no) y cómo fue. Creo que desde esa consciencia, podremos situarnos mejor en el lugar de los niños de hoy y ofrecerles el mejor acompañamiento en su inicio como lectores. Siempre que veo según qué cosas en los plantes de animación a la lectura, me pregunto ¿acaso la gente no se acuerda de cuando eran niños?

Gracias por esta entrada. Me ha parecido realmente interesante.

Un saludo,

Carolina

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Ya deseaba leerlo y con tus comentarios, corro a comprarlo! Gracias Ana.

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