Michèle Petit: "la utilidad nunca es suficiente para nosotros"
Sobre el nuevo libro de Michèle Petit: Los libros y la belleza. Adelantando un encuentro
El próximo domingo 7 de julio a las 17 (hora peninsular española) y durante 30 minutos tendremos un encuentro con esta investigadora cuyos libros siempre nos hacen pensar en nuestro trabajo de mediación. El día 6 los suscriptores de pago recibirán un enlace por zoom para conectarse y, con esta reseña, abrimos los comentarios para hacerle preguntas en el directo, que luego pasará a ser un podcast de nuestros Reportajes supersónicos.
Siempre es un regalo leer un libro de Michèle Petit: sus investigaciones como antropóloga nos han brindado ideas nuevas y refrescantes sobre lo que pasa con la lectura. Libros como Leer el mundo; Lecturas: del espacio íntimo al espacio de la lectura; Nuevos acercamientos a los jóvenes y la lectura (publicados por FCE), o El arte de la lectura en tiempos de crisis (Océano Travesía) son un material valioso en cualquier biblioteca de promoción de la lectura y se los debemos a Daniel Goldin quien es su editor desde hace años y prologa esta edición de Los libros y la belleza. Somos animales poéticos que ha publicado en España Kalandraka y también Océano en América Latina con el título Somos animales poéticos.
Goldin prologa este volumen estableciendo una analogía entre la obra de Petit y cierto tipo de hierba silvestre que aparecía en mi mente al leer estas páginas, y no duda en hablar de una “gramática vegetal” implícita en toda la obra de la autora.
El libro reúne seis conferencias dadas en diferentes lugares entre 2015 y 2020 y siempre es de agradecer la posibilidad de leer estas reflexiones que huyen de los tópicos sobre la bondad de la lectura para enfocarse en cosas menos intangibles, como esa belleza que rodea lo poético. Aquí está el índice:
Petit confiesa que definir la belleza es un trabajo que prefiere no asumir y se enfoca en ese uso inútil de la cultura que tiene grandes repercusiones en la vida de la gente. Una de las ideas que está presente en estos textos es la necesidad de rescatar las tradiciones, lo ancestral, esos pequeños gestos íntimos de contar una historia, de apreciar la belleza de un objeto, de reivindicar la fantasía. Una fantasía que proviene del espacio real para conectar con el imaginario. En una sociedad donde la infancia está siendo educada para la productividad y la lectura está instrumentalizada, ella reclama un tiempo ralentizado, y una experiencia estética ligada a la afectiva: familias que transmiten su saber, acervos que se comparten en lugares que no son literarios, experiencias que producen una experiencia estética. Como ella misma dice:
Los lectores y las lectoras a quienes he mencionado se refieren a una necesidad antropológica: la necesidad de otra dimensión gracias a la cual la vida psíquica pueda desplegarse, decirse, transformarse, y el mundo interior pueda tomar una forma más habitable: una dimensión que luego nos permite volver al llamado “mundo real” sintiéndonos un poco menos perdidos.
Para Petit no es tiempo de hablar de “hay que leer” sino dar un paso más allá en busca de algo intangible, de dar voz a los saberes ocultos, de brindar experiencias capaces de conectar con la vida propia mientras se forjan vínculos duraderos entre las personas.
Los ejemplos que propone provienen de diferentes partes del mundo: una mujer que conecta con los inmigrantes a través de poemas indios; bibliotecarias comunitarias colombianas rescatando ritos ya olvidados; una ilustradora india con su familia en la diáspora y cuya abuela consigue apiñarlos con sus recetas e historias; lugares en África donde se consiguen recomponer los paisajes destruidos gracias a la memoria.
Petit nos pide algo que muchos estamos pensando desde hace tiempo: hay que volver a lo básico, enfrentar este mundo donde todo se basa en lo material para reivindicar lo intangible: la lengua oral, lo poético, “crear vínculos con el entorno, de nombrar y cantar lugares, de dar vida a los paisajes a través de los relatos”. Porque para Petit, la literatura es la creación de un ambiente que nos acompañará toda la vida si hemos tenido la suerte de conocerlo desde pequeños.
Hay un capítulo interludio muy curioso donde la autora cuestiona ese tópico de que “creamos imágenes al leer”, confesando que a ella no le pasa y abriendo un debate muy interesante en tiempos donde las imágenes de las ilustraciones, por cierto, nos brindan un imaginario ya elaborado.
Petit no huye de las contradicciones: en el capítulo dedicado a la lectura durante la pandemia expone cómo tantas personas eran incapaces de leer durante ese tiempo de crisis que asoló a los adultos durante el encierro y nos deja pensar en cuestiones que se han planteado a lo largo del libro: la literatura es un espacio que reclamamos para la infancia en crisis pero parece que somos incapaces de recurrir a ella cuando nos toca.
Como todos los libros de Petit es un libro para subrayar, para marcar autores que queremos leer, para dejar que muchas de sus ideas vuelen en nuestra cabeza, para refrescar pensamientos y replantearnos tantas de las reflexiones que circulan de manera automática en nuestro trabajo diario. Un libro que, en esta realidad poco estimulante y hasta precipitada, nos invita a volver a lo básico. Albert Camus dijo: La belleza no hace revoluciones. Pero llega un día en que las revoluciones necesitan belleza. Quizás estemos en ese justo momento de buscar la belleza.
Por favor, deja en los comentarios la pregunta que quieras hacerle a Michèle durante nuestro encuentro. Yo ya tengo las mías :-)
¡Hasta pronto!
Cerramos por el momento el turno de preguntas ya que Michèle me ha pedido que se las mande con antelación para poder pensarlas, ya que el español no es su lengua materna. ¡Gracias!
Gracias, Ana, por posibilitar este encuentro con Michele Petit.
Leyendo en su libro la transcendencia que tiene la palabra "posibilidad", esto mismo sucede cada vez que la leo o escucho: se abre un "reino de posibilidades". Además me sucede que quedo atrapada por sus ideas y sus historias, cada página es una estrella o guarda un tesoro emocionante. Sus libros terminan totalmente subrayados, anotados, con páginas señaladas... Debo releer y parar porque es una explosión de maravillosas ideas, que se sumergen en lo importante y que emergen llenas de esperanzas. Y así, no se me ocurren preguntas, solo quiero que "me lo cuente otra vez". Lo del canto, la cultura oral, poetizar la escuela, compartir experiencias estéticas, el juego en el mundo animal... todo por favor, todo.
Aunque sí tengo mucha curiosidad por saber cómo es su método de investigación: cómo aborda a quienes le cuentan, a dónde se desplaza, qué es lo que más le interesa, quiénes le interesan... ¿y qué podemos hacer después de leerla?
Nos vemos el domingo. Qué ganas!!