Contar una feria no es fácil: hay una parte muy emocionante y esta feria la tiene. El viaje, el encuentro con los colegas, saber que todo el mundo que está en la feria tiene algo que ver contigo, aunque no sea del todo cierto, y una energía muy especial donde se combinan expectativas con ilusiones.
Hay otra parte que es más caótica. La cantidad de todo. Si entrar en una librería a veces puede ser apabullante, en la feria se multiplica por cien. Cientos de actividades, cientos (¡miles!) de libros, cientos de ilustraciones por todas partes. Homenajes, encuentros, charlas, conferencias que no quieres perderte pero lo harás, premios, actividades. Al final, una feria es renunciar a muchas cosas.
Y hay una última parte, que es la decepcionante. En el fondo, pertenecemos a un circuito comercial y es inevitable que lo veamos por todas partes, aunque nos lo presenten envuelto en papel de regalo y con un lazo anudado.
Lo que sí hay que reconocer es que esta feria es una de las más importantes del mundo, y eso que hablamos de un sector especializado e incluso minoritario. Yo voy cada dos años y en esta ocasión habían pasado siete. No cuento el 2021 en que estuve como jurado de los premios BRAW (y cuya entrada en este blog se “perdió” durante la mudanza: pero pondré algunas líneas al final de esta carta).
Vamos por partes.
Los STANDS.
Con los stands se percibe bastante bien el lugar en el mundo de cada país. Los ajetreados y compactos de Francia o Alemania, donde resultaba difícil mirar los libros sin que te miraran mal porque no tenías cita. Algunos, incluso, como el de Harper Collins estaban literalmente amurallados y habían puesto unos pocos libros en unas vitrinas donde ni siquiera podías tocarlos. Luego estaban aquellos donde el que lo llevaba comía aburrido los cacahuetes para invitados y te regalaría con ganas sus libros, y por la zona donde estaba África no pasaba ni el tato. Ir a esa feria no es barato, así que expositores de España o de Italia venden directamente libros desde hace algunos años con el consiguiente apelotonamiento en sus casetas. Con América Latina, bueno, Argentina no estuvo presente: no había plata, como diría su presidente (solo la editorial Limonero tuvo un stand). Colombia parece que llegó a última hora, pero es una lástima que Irene Vasco no estuviera para recoger su merecido premio del IBBY. Chile fue la estrella, con un stand amplio y bien diseñado y no es para menos pues Paloma Valdivia fue una de las estrellas de la feria gracias a sus premios en Bratislava y la ilustración de cubierta del catálogo. México tenía una presentación raquítica (“no hay dinero”) y contrasta todo ello con el stand de Ucrania, enorme y generoso (pero ¿no están en guerra?) o el de Taiwan donde el terremoto no parece haber afectado a este viaje. Las contradicciones saltaban a cada paso. La editorial SM, por ejemplo, mientras está despidiendo a un tercio de su plantilla, estuvo con un espacio pequeño donde exponían los premios que otorgan –libros supuestamente de calidad pues conceden 15.000 euros a un ilustrador para que trabaje durante un año- junto a libros de dudosa calidad como Antón Piñón, Sólo para ninjas o Los futbolísimos. Algunas editoriales se juntaron de manera independiente, como Álbum o las que congregaba el Instituto Emilia de Brasil. Junto a editoriales, digamos, de prestigio, estaban las que yo llamo de brilli-brilli: espacios enormes y llenas de libros que apenas podías mirar unos segundos sin que te dolieran los ojos. Pero no hemos venido a hablar de excelencia, estamos en una feria.
LA ILUSTRACIÓN.
Sin duda, la reina de la casa. Alguien me contó que todos los años llega puntual el primer día para ver cómo se llena el muro de ilustradores y este año la tromba parecía la que vemos en las noticias cuando empiezan las rebajas. El muro de ilustradores este año parecía la gran muralla china porque estaban por todas partes, incluidas puertas de ascensores. Muchos ilustradores, premiados, consolidados, con años de trabajo a sus espaldas, confiesan en cuanto pueden que no les alcanza para vivir, pero la feria abraza a los nuevos inocentes que tienen la ilusión de ver su libro publicado y desarrollar una carrera más allá de la que se dan el primer día de la feria. La feria los necesita, no importa su número, pues casi todo gira alrededor de ellos: exposiciones, talleres, encuentros. El mundo de la imagen predomina por encima de todo. Este encumbramiento hace que, en una feria llamada infantil, aparezcan cuantiosos trabajos que obviamente son para adultos. El premio de ficción, Kintsugi , un libro sin duda magnífico de Issa Watanabe, diría que está en esa línea.
LOS PREMIOS.
En estas numerosas categorías (Ficción, No ficción, Opera Prima, New Horizons, Cómics, Bebés, Trasmedia… aquí hay un enlace a todos los ganadores de este año) lo más importante es la imagen y el concepto. Dada la cantidad de libros que se publican en todo el mundo, estos premios son una manera de tener una selección para las editoriales. Su repercusión es enorme. Basta con que un libro tenga un premio o una mención para que haya una avalancha en el stand. Sin embargo, digo yo, que tal vez es el momento de que la feria comience a LEER los libros, a valorar su parte literaria. Los fuegos artificiales de la imagen resultan después decepcionantes en historias mal construidas, relatos escasos, narrativas con poca literatura. Luego hay un premio que dan los expositores (el BOP), con sus criterios propios, pero alegran mucho a las editoriales. Este año, en español, lo ganó Cataplúm de Colombia y Mosquito Books de Barcelona (después de anunciar este último premio, un librero me contaba que los libros de esta editorial eran devueltos por los clientes debido a sus incorrecciones documentales). Digo otra vez: es hora de LEER. Del Astrid Lindgren Award casi no he escuchado nada: se lo dieron a una institución, la Indigenous Literacy Fundation en Australia. Con los Andersen, tuvimos suerte, el de escritura fue para Heinz Janisch (bastante publicado en Lóguez) y el de ilustración fue para Sydney Smith (publicado por Libros del Zorro Rojo). Otra cosa interesante es que los BRAW, desde el año pasado, han ampliado el premio con una selección de 100 libros que muchos autores e ilustradores celebran como un premio, aunque no lo sea. En este mundo tan lleno de libros necesitamos sin duda que alguien nos diga dónde mirar. Los 100 libros estaban expuestos de una manera tan vistosa (colgados del techo en un pequeño rectángulo) como incómoda: era imposible entrar en esa jungla no ya para leer sino simplemente para mirar.
LA NATURALEZA.
Sin duda uno de los temas estrella de la feria. La cantidad de libros sobre la naturaleza es apabullante, eso sí, muchísimos hechos al vapor de la moda por gente que no ha pisado no ya un bosque sino un simple prado. Pero en realidad lo que se veía eran fórmulas bastante agotadas: una jungla en tu habitación, los pies en la tierra, bosques en las ciudades, ardillas, mariposas, árboles, pájaros. Algunos, incluso, dando órdenes del tipo “puedes ser un activista”. Quizás es un género de libro que permite eso de instruir deleitando de una manera muy provechosa y amistosa para mediadores de lectura. Y, además, es universal y se pueden vender los derechos muy bien. En muchos casos, con textos raquíticos y de los llamados “poéticos”. Además, había una serie donde se juntaba: naturaleza + abuelo (a veces muriendo en el libro) + consejos sabios… ¿se puede pedir más? Sí: la otra serie que junta dos palabras mágicas: naturaleza y migración.
LA EXPOSICIÓN DE ANNE BROUILLARD.
Quien haya ido a Bolonia sabrá que, además de la feria, hay algunas actividades en la ciudad. Una de las más interesantes fue la exposición organizada por Hamelin en un pequeño palacio del centro (bueno, el centro está lleno de palacios). Brouillard es una ilustradora belga que cedió sus originales para exponerlos. Si en la feria se veían impresiones de trabajos porque ya casi nadie ilustra a mano, encontrar esos originales fue sumergirse en un mundo nuevo y sorprendente. Brouillard presenta un gozoso bucolismo con delicados ambientes naturales llenos de detalles donde percibimos incluso un mundo espiritual en armonía con una naturaleza cómplice. No es poética, pero evoca una poética de la mirada atenta y siempre deseas estar en sus lugares. Brouillard es capaz de hacernos sentir el calor de una chimenea encendida mientras ves lo que hay en el cajón abierto de la cocina, y casi casi escuchas el tintineo de la cucharilla del té o incluso el olor de la sopa. No tengo nada en contra de los libros de “diseño” (¿o sí?), pero en esta exposición se pudo ver el cariño, la paciencia, la espera amorosa, la nieve, la lluvia, el lago, el paso del tiempo. Mi favorito fue Petit Somme, por supuesto, no traducido al español. De ella solamente se consigue Los aventureros de la tarde que, según Todostuslibros, solo está disponible en cuatro librerías de toda España.
Por último, quisiera hablar de la estética de ORIENTE. De todo lo que vi en la feria, lo que más me llamó la atención fue lo hecho en Japón, Corea y, sobre todo, la exposición titulada Excelencia China. Frente a la perfección de occidente (fondos blancos, pocas capas, muchos copiando o imitando a muchos, premiados con clones, etc.), en China pareciera que se rigen por otra estética vinculada con sus tradiciones, los detalles, un sentido peculiar del espacio y la página, la presencia de la naturaleza de forma natural y también del mundo rural, un recuerdo de las estampas antiguas, colores que no son el pantone dictado por el ordenador. Hace años, muchos años en verdad, se podía adivinar la procedencia de una ilustración (escuela italiana, francesa, etc.), hoy en día, la cajita que nos entregaron llena de ilustraciones del país invitado, Slovenia, podría pertenecer a cualquier país europeo.
Un apunte más: las conversaciones en los pasillos con editoras que repetían: “no veo nada que me interese”. Un vistazo a muchos libros evidenciaba una tendencia a historias bastante oscuras: guerras, migraciones, niños metidos en agujeros, infancias tristes, estéticas pesimistas, todo negro, como si quisiéramos arrastrar a la infancia a lo más miserable de este mundo. Parece que nos faltan libros que hablen del juego, de la inocencia infantil, de la diversión a pesar de todo.
Dicho todo esto, recomiendo muchísimo ir a la feria de vez en cuando. Es una experiencia única y necesaria para todos los que trabajamos con libros infantiles. Para la escuela Parix diseñé un curso bastante completo sobre cómo aprovecharla. Es gratuito y está reservado a público español (cosas del Ministerio de Cultura). Tienes toda la información aquí.
EXTRA
Incluyo por último unas líneas sobre mi experiencia en el año 2021 como jurado de los premios BRAW. El artículo completo se encuentra aquí (en portugués, pero ya sabes, le das al traductor y…)
Algunas cosas que no sabía sobre el premio:
Están invitados a participar todas las editoriales que tengan un stand (individual o colectivo) en la feria. Este año (2021), excepcionalmente, quienes no dispusieran de stand también pudieron enviar libros.
NO es un premio literario. NO se leen los libros (sería una tarea desproporcionada), se mira el proyecto y cómo se desarrolla en un libro teniendo en cuenta aspectos como formato, páginas, diseñador, ilustraciones, diseño gráfico y equilibrio entre todos los elementos.
NO es un premio para un autor/ilustrador conocido. Es para la totalidad de una obra, sin importar quién esté detrás de ella.
Tampoco son los MEJORES DEL MUNDO. Los numerosos libros recibidos son sólo una pequeña muestra de la enorme producción mundial.
Desde la organización de la feria, los editores se han implicado cada vez más para no premiar siempre a los mismos editores, que suelen ser los más activos.
El premio es una especie de best-seller de derechos, ya que inmediatamente atrae la atención de editores de todo el mundo.
En cierto modo, los libros seleccionados serían como la punta de un iceberg de la enorme cantidad de libros que se publican cada año. Este premio demuestra también la gran dificultad de seleccionar libros entre la producción mundial.
Los premios que debemos evaluar están en estas categorías:
Ficción / Equilibrio entre el objeto, el diseñador y el tema del libro. Un premio y dos (o tres) menciones
No ficción / Buena transmisión a partir de las ilustraciones, una temática original. Un premio y dos (o tres) menciones
Opera Prima / Este premio nace como homenaje al creador del logo de la feria, Giovanni Lanzi). Un premio y menciones.
New Horizons / El libro de esta categoría debe reflejar una nueva idea sobre libros infantiles, algo innovador, buen diseñador, buena idea detrás del proyecto. Un premio.
Bueno, pues con esta larga carta, me despido hasta junio. Por favor, cuéntanos tu experiencia en la feria, creo que el cruce de miradas y vivencias es muy enriquecedor.
¡Hasta pronto y gracias por leerme!
Hola, Ana! ¿Cómo estás?
Te saludo desde la Patagonia Argentina. Te cuento que llegué a tu blog indagando sobre la Feria del Libro Infantil de Bolonia 2024. Soy estudiante de Redacción de Textos del Instituto Eduardo Mallea de Buenos Aires y este año inicié mi tesina de grado. Tengo la hipótesis en construcción y me gustaría demostrar que existe una literatura creada específicamente para niños para la cual se utilizan diferentes estrategias de aproximación a la lectura que derivan en una categorización de libros por edades.
Me interesa tu opinión como crítica literaria, me resultó interesante lo que has comentado en este artículo. Qué teóricos podrías recomendarme?
Me interesa saber cuál es el motor que impulsa a escribir literatura para niños y jóvenes, además de las estrategias utilizadas. Leí en una nota que Olivers Jeffers se sentía identificado con Sendak cuando decía que él no hacía libros para niños, sino que simplemente hacía libros y alguien decidía que eran para niños. Esto último refutaría en parte mi hipótesis. Por otro lado, y viene a cuento con lo que mencionabas sobre la tendencia a historias bastante oscuras, Jeffers expresaba que su intención era llegar a los niños antes de que el mundo lo hiciera.
Es posible acceder a las disertaciones realizadas por los artistas invitados a la feria?
Desde ya, muchas gracias por compartir tu experiencia.
Saludos,
Marcia.
P.D.: Es una pena que en mi país no se promueva la participación en Bolonia, siendo que tenemos una de las ferias del libro más grandes de nuestra región.
Muchas gracias, Ana. Qué carta tan completa. He aprendido muchísimo😊😊😊😊. Si algún día voy a la Feria, sin duda, lo haré habiendo hecho tu curso. Pero si me dan a elegir, preferiría ir a las librerías que me gustan, me quedé sin conocer la tuya en persona, una pena. Gracias de nuevo.