¿Se puede escribir contra algo? La prestigiosa folclorista Maria Tatar ha decidido que si. Su nuevo libro, escrito durante la pandemia y traducido recientemente al español, La heroína de las 1001 caras (Editorial Koan) es la prueba de ello.
¿Y contra qué escribe? Como el título deja entrever, su referente es el clásico de Joseph Campbell, El héroe de las mil caras (1946). Campbell fue un estudioso de la mitología que desdeñaba los cuentos de hadas y los consideraba puro entretenimiento. Sus trabajos sobre el héroe en la mitología fueron pioneros y dieron lugar a manuales de escritura que copiaban sus bloques de estructuras para crear historias, y él mismo se prestó a alimentar la fábrica de sueños de Hollywood. Según cita Tatar, Georges Lucas dijo que “si no fuera por Campbell todavía estaría escribiendo La guerra de las galaxias”.
¿De qué manera refuta Tatar a Campbell? Si para este el hombre es el iniciador de la sociedad y del significado de la vida mientras la mujer es musa, madre y protectora del hombre, para Tatar es necesario redefinir el concepto de heroísmo. En este asombroso libro, ella defiende nuevas ideas que tienen que ver con la empatía, la compasión, el cuidado y la justicia social. Actividades menos vistosas que las del héroe tradicional saliendo de casa y lleno de acción, pero igual de importantes porque en numerosas ocasiones ellas aceptaron desafíos que las sacaron del ámbito doméstico, o consiguieron, gracias a la curiosidad, forjar su propio destino. Para Tatar el heroísmo es el cuidado atento, negarse a estar en silencio, o utilizar la escritura para su propio desarrollo. Como ella dice:
Mientras escribía este libro fui dándome cuenta poco a poco de que las heroínas solían embarcarse en misiones sociales, en intentar rescatar, restaurar o arreglar cosas, con la palabra como única arma. Los héroes, en cambio, están armados hasta los dientes y preparados para la batalla.
Es cierto que los cuentos tradicionales, cuando pasaron de los “cuentos de viejas” al cuarto infantil en esa “gran migración” como ella la llama, dejaron a un lado las historias donde las mujeres estaban vinculadas al conocimiento o tenían roles mucho más activos. Para argumentar su discurso Tatar repasa novelas, películas, series de televisión, y cuentos tradicionales mostrando una amplia gama de mujeres que desafían la autoridad y se resisten. Todo esto, para ella, es necesario tenerlo en cuenta para incluir virtudes y fortalezas puestas a prueba de la misma manera que se ponían a prueba los hombres.
Los héroes y las heroínas -dice- han utilizado estrategias distintas para ganarse el mérito; las de los primeros, en la mayoría de los casos, son impactantemente percutoras; las de las segundas, estereotípicamente veladas y calladas, al mismo tiempo que discretamente creativas y profundamente inspiradoras.
No hace falta el combate, ni viajar sola, para tener una vida heroica. Ya Felicidad Orquín advirtió en un artículo (La nueva imagen de la mujer ) publicado en los años 80 al calor de los numerosos libros infantiles feministas, que la literatura infantil no debía proponer modelos de niñas o mujeres que asumieran los roles tradicionales masculinos sino reivindicar los “aspectos profundos de la identidad femenina”.
Tatar lleva toda su vida estudiando y escribiendo sobre el folclore. El folclore ha sido analizado durante años por su ritmo, su estructura, los elementos fabulosos, las tramas, los motivos, las metamorfosis y los arquetipos. La psicología, el estructuralismo, la antropología, el psicoanálisis, el marxismo y el feminismo se han ocupado de esta literatura de enorme difusión que ha sido apaleada por la cultura de la élite, reprimida por la pedagogía y ahogada en los estereotipos de sus múltiples adaptaciones. Tatar, como folclorista ha peleado durante toda su vida académica por iluminar este acervo, como lo hizo en su libro Enchanted Hunters, the Power of Stories in Childhood y en sus numerosas ediciones anotadas. Mientras leía este ensayo sobre las heroínas, tenía en la mesilla de lectura un precioso y exhaustivo artículo suyo sobre La Bella durmiente para el próximo club de lectura. Pero para este libro Tatar se ha quitado el corsé académico y se ha dejado llevar por un cierto tono desestructurado donde salta de un motivo literario a otro, posiblemente por el entusiasmo de un trabajo donde puede citar el #metoo, a Christa Wolf, a Angela Carter, Walt Disney, Ursula K. Le Guin y pasa de los diarios de Ana Frank a la protagonista de la saga Millennium. Admiro la facilidad con la que escribe en un capítulo sobre Pippi y Parque Jurásico con un discurso alocado y entusiasta justo cuando acabamos de repasar sus teorías sobre Sexo en Nueva York. Creo que está escribiendo para las nuevas generaciones que no han leído ni a Campbell ni a Jung, y mucho menos a Frazier. Generaciones que necesitan una nueva narrativa más allá de los hastags y los casos reales para redefinir estereotipos sin dejar de pensar en arquetipos.
A pesar de todo esto, mi libro está lleno de subrayados, notas, e ideas refrescantes. Recomiendo mucho su lectura. La edición de Koan es impecable: la traducción de Ana Isabel Sánchez Díez, la organización de las notas, y la bibliografía con sus tentadoras frases de “hay trad. cast.” que han llenado mi lista de libros para seguir leyendo.
¡Hasta el mes que viene! Y ya sabes, comparte, comenta y corazonea….
Gracias por esta interesante recomendación, Ana. Aún no tengo el libro de Tatar, pero desde ya me sorprende que lea patriarcado en Joseph Campbell, cuando su posición siempre fue profundamente feminista. "La mujer es la energía, el satki, de la vida. El hombre debe dejarse guiar por esa energía, en lugar de dictarla", decía en su obra "Reflexiones sobre el arte de vivir". Ya veremos qué dice Tatar.
Interesante tema. Quisiera leerlo porque hemos estudiado, criticado y despedazado los clásicos con diferentes resultados. Algunos conducen solamente a Disney y otros, al Psicoanálisis de los cuentos de hadas y en sus versiones originales. Muy interesante esas comparaciones que nombras, gracias ☺️