Hablan los editores (a propósito de "se buscan escritores")
El cuatro de julio subí una nueva entrada en el blog. Era una entrada modesta -como todas las de anatarambana- pero la reacción que suscitó fue de lo más inesperado. En tres días recibimos más de 3000 visitas y los 52 comentarios (hasta la fecha) revelan que el tema es candente y actual. También hubo un par de réplicas (aquí y aquí). Agradezco la generosa participación, así como la variedad de comentarios, todos con muchos puntos de vista y muy respetuosos. Hay algo, sin embargo, que me inquietó y es la referencia al poco riesgo que se toman los editores con sus libros. En esto, lamento decir que disiento de manera categórica. Tal vez se deba a los muchos años que llevo conversando con ellos y sabiendo de sus inquietudes y preocupaciones. Los editores arriesgan, y mucho. Eligen un libro, lo editan, lo imprimen, pagan a las imprentas y los anticipos a los autores, reciben los libros, los comercializan, se comunican con distribuidores y mediadores. Hacen el trabajo de prensa, liquidan derechos y, si el libro no funciona, se quedan con su inversión en un almacén. Me pareció interesante darles la voz en este blog y en esta discusión, y aquí van algunas opiniones sobre su quehacer.
Además volví a leer un libro que me pareció genial cuando se publicó:Exito, un libro sobre el rechazo editorial(Trama editorial, 2011)escrito por el editor y escritor, Íñigo García Ureta. En este libro, lleno de anécdotas y datos sobre rechazos célebres (el ejemplo de la escritora de Harry Potter es muy elocuente: rechazada 18 veces en su país:como no tenía dinero para hacer fotocopias tenía que esperar a que le devolvieran el manuscrito que había enviado con el franqueo en sellos para su devolución). El autor se pone de parte de los editores y también de los autores explicando los matices que tiene cada uno de ellos hacia su trabajo. La larga y a veces divertida relación de cartas entre editores y autores rechazados resulta de lo más significativa. Aunque la mayoría se refiere al ámbito anglosajón, el autor tiene el detalle de hacer entrevistas a editores españoles que cuentan su versión sobre el arte de decir no.
Para esta entrada (me disculpo de antemano por su longitud) no pusimos ningún límite a los editores para expresar lo que piensan. Hubo dos que declinaron por falta de tiempo y todos fueron elegidos por su espíritu independiente, su valor como editores y la coherencia de sus catálogos. Agradecemos a todos ellos el tiempo que se han tomado en reflexionar sobre el tema y participar en nuestra discusión
Estos fueron los editores (por orden alfabético):
Verde que te quiero verde
A buen paso. Ariana Squilloni define su editorial como "libros para caminantes curiosos" y se basa en el principio de curiosidad de los niños (y algunos adultos) en explorar y descubrir. Tal vez por eso sea la artífice de haber descubierto a autores como Iban Barrenetxea, al patafísico Grassa Toro, o al ecléctico Nicolai Troshinsky entre muchos otros. No hay que mirar demasiado su catálogo para darse cuenta de que ideas como: formatos, colores y estilos armonizan perfectamente en una colección de libros que, por cierto, ha recibido numerosos premios.
¡Siempre sonrientes!
Ediciones Ekaré.Ekaré nace en el año 78 en Venezuela en el seno delBanco del Libro, una institución dedicada a la promoción de la lectura y a la búsqueda de buenos libros para niños. Su catálogo es uno de los pocos que mantiene vivos prácticamente todos sus libros y los reedita regularmente. El delicado trabajo de Irene Savino como editora de arte, y los cuidados de Pablo Larraguibel en la promoción de sus libros en Europa dan a sus respuestas un valor añadido.
Xosé en su espacio natural:una feria
Editorial Kalandraka.Kalandraka nace en 1998 en Galicia, y se dedican a publicar libros ilustrados de autores casi desconocidos. Pronto amplían su radio de lenguas e idiomas y su catálogo se enriquece con el rescate de numerosos clásicos que fueron publicados en España durante los años setenta y ochenta y un mercado inmaduro obligó a descatalogar. Leo Lionni, Arnold Lobel, Tomi Ungerer y otros tantos pueden ser disfrutados por los niños de hoy gracias a esta labor. Xosé Ballesteros contestó a nuestras preguntas mientras viajaba por algún continente para estar en alguna feria.
A Lorenzo no le gustan mucho las fotos
Lóguez Ediciones.Lóguez nace en Salamanca en 1977, en una época, como dicen los propios editores, en que la literatura infantil y juvenil postfranquista era "noña y caduca". Con un espíritu progresista y renovador sus primeros libros no siempre fueron bien aceptados y de hecho un título emblemático (al que muchos todavía tenemos cariño,A ver, fue secuestrado y retirado de circulación por denuncias de asociaciones dedicadas a promover los libros para niños). Su catálogo conserva vivos casi todos los libros y la coherencia de su línea editorial se mantiene todavía. Lorenzo Rodríguez es el editor que ha contestado a nuestras preguntas.
Vicente y Begoña también leen
Media Vaca.Es una editorial rara, como se verá en las respuestas que da el editor, Vicente Ferrer, y como se comprueba al pinchar en el link a su página donde empiezan a decir que no hagamos nosequé, y luego nos cuentannosecuántos del sistema digestivo de la vaca.Su catálogo, que nació en 1988, es, sin embargo, rompedor con un tipo de libros que se dicen para niños. En su cuidado por ediciones impecables, solo publican tres libros ilustrados al año que por supuesto son premiados enseguida. Así que seguro que dice muchas veces NO. Quienes han tenido uno de sus libros en la mano raramente olvidan la experiencia.
¿Pensando en un manuscrito?
Océano Travesía.Daniel Goldin se inicia en la edición a finales de los ochenta para crear la colección infantil de Fondo de Cultura Económica en México. En un momento en que los libros para niños trataban casi exclusivamente temas mexicanos, él rompe con la tendencia y publica a Anthony Browne y a Chris van Allsburg entre otros "desconocidos" en el momento, lo que supuso un replanteamiento en las discusiones sobre qué deben leer los niños. En la actualidad dirige Océano Travesía, con un catálogo variado, atrevido y muy sugerente.
Y estas fueron las preguntas:
1- En los años que llevas editando ¿puedes decirnos los cambios más sustanciales desde el punto de vista de la creación literaria?
Arianna: En general tengo una duda muy básica: ¿por qué las personas se ponen a escribir para niños? ¿Qué tienen que contar? En los textos que recibido por un lado se encuentran historias muy adaptadas, tanto en término de personajes y lenguaje (animalitos adorables y palabras muy dulces y alegres), como en términos de espíritu de la historia (cuentos enfocados a dar pautas de comportamiento y/o valores); por el otro se encuentran historias que pretenden ser la libre expresión del arte de su autor. Y en este ámbito entran tanto textos bien escritos pero herméticos, como textos evocativos, y textos directamente sin muchas cualidades.
Personalmente lo que encuentro a faltar es una inspiración artística real: creo que la historia no tiene que estar al servicio de una voluntad aleccionadora, animadora o auto-satisfactoria; la inspiración tiene que nacer de una exigencia artística y humana. Lo poético evocativo puede ser maravilloso si se desarrolla con la intención e intensión de un álbum como por ejemplo Pájaros, cuya traducción al español ha sido recientemente publicada por Libros del Zorro Rojo.
Lo que me preocupa se halla en la falta de intención literaria, falta que se materializa en dos frentes: por un lado cierta tendencia al delirio libre desestructurado y por el otro en la tendencia a arreglar defectos a través de cursos de escritura.
Para que no haya equivocaciones: estoy de acuerdo con los cursos de escritura, a pesar de salir de una cultura en la que un escritor lo es por inspiración divina y mucho esfuerzo, creo que hay estructuras narrativas y elementos estilísticos que se pueden y es aconsejable enseñar para que el escritor llegue a tener conciencia de los medios con los que cuenta.
Sin embargo, con un taller de escritura no se solucionan los problemas, es más se corre el riesgo de caer en nuevos pantanos: la perfección estructural de una historia no la hace necesaria. He leído muchos cuentos basados en mecanismos de relojería, muy bien construidos a nivel estructural, con elemento de sorpresa aplicado a la perfección pero en los que –al final- echamos de menos el alma. La esencia de toda obra literaria está en la capacidad de desvincularse por momentos de cualquier estructura dada con tal de revelar el alma de la historia.
Digo siempre que soy muy cartesiana y que en una historia busco coherencia en el universo de ficción. Eso es cierto, pero no lo es todo; esto es lo mínimo que se puede exigir a una historia, pero lo que hace vivas e irresistibles las historias (esas historias que no puedes abandonar) son sus ligeras desviaciones. Eso es lo realmente complicado y es aquí dónde reside el alma del arte. No sé si la siguiente comparación puede aclarar las cosas, pero creo que precisamente en esto reside la dificultad del arte abstracto y la belleza conmovedora de una obra abstracta lograda. Soltar amarras, renunciar a las coordenadas que equilibrarían la composición y hacerse a la mar, alejarse, manteniéndote consciente de tu posición absoluta en esa inmensidad.
Irene y Pablo: Comenzamos a editar en 1978. Fuimos la primera editorial que se dedicó a la publicación de libros álbum en Venezuela y una de las primeras de América Latina. Hasta entonces, sin posibilidades de publicar, los autores no dirigían sus obras hacia este formato.
Nuestros primeros libros fueron adaptaciones de leyendas indígenas. Luego, poesía de poetas ilustres latinoamericanos. Pasaron varios años hasta que pudimos trabajar con los autores, con textos que servían para ser ilustrados. Pero nuestra producción es escasa. Desde 1978 hasta la fecha, henos publicado poco más de 270 títulos entre originales (un 60% aprox) y traducciones.
No nos atreveríamos a extrapolar, desde nuestro catálogo, lo que pasa con la creación literaria en general hoy en día.
Nunca nos fue fácil encontrar historias interesantes, divertidas, que emocionen y que funcionen como álbum. Desde el comienzo la editorial se planteó que el grueso de su catálogo fuesen historias y poco hemos experimentado en otras de las muchas posibilidades que permite el mundo editorial.
Al contrario de lo que pasaba en Venezuela en España es diferente. Desde hace diez años, cuando abrimos oficina en Barcelona, rápidamente nos dimos cuenta de lo casi obligatorio que resultaba para las editoriales (en general e infantiles en particular) meterse en la carrera de las novedades. Publicar entre tres y cuatro cada mes, sin lo cual resultaba y aún resulta muy difícil hacer caja.
El sistema de distribución con posibilidad de devolución a tres meses y que privilegia la alta colocación de las novedades por arriba del mantenimiento, de la maduración del libro en manos de los libreros, hace que la vida del libro sea casi tan efímera como un programa de radio. Visto y no visto. Las reposiciones son más costosas de manejar que la colocación de novedades, porque requieren atención personalizada, requieren la respuesta a cada una de las necesidades de las librerías y generan menor posibilidad de descontar los pagarés de vencimiento a tres meses.
En un ambiente de concentración en pocas empresas de distribución y adelgazamiento al límite de las independientes, las editoriales han necesitado hasta ahora, entrar en ese remolino que ha privilegiado la publicación, en algunos casos irreflexiva de novedades, donde se cuelan libros de baja calidad literaria.
El problema es que, como decíamos antes, como prácticamente no existe tiempo de maduración, de que los libreros puedan hacer suyos los libros, teniéndolos, leyéndolos (e inclusive como nos comentaba una librera, escuchando la experiencia de los clientes con los libros), se pierden en el remolino, también libros que valen la pena. La exigencia de “novedades” en lugar de ofrecer buenos libros, probados por lectores anteriores, deja poco espacio para que los libros puedan ser conocidos y recomendados de un lector a otro.
Xosé: Nuestro proyecto editorial cumplirá el próximo abril quince años y, desde el primer momento, en nuestro catálogo han tenido gran protagonismo las obras originales, de producción propia. A lo largo de estos años se han recibido en nuestro departamento de edición miles de propuestas de ilustración y tambien miles de textos que aspiraban a generar un álbum ilustrado. Algunos cientos lo han logrado. ¿Se escribía mejor antes que ahora? Creo que no. Tampoco peor.
Lo que sucede, a mi entender, es que así como las nuevas tecnologías y el "descubrimiento" del álbum ilustrado han aumentado exponecialmente la oferta de propuestas de ilustración, la propia oferta y demanda de este tipo de obras ha creado una "necesidad" de textos que acompañen a las ilustraciones, que generen nuevos proyectos. Es como sí, de repente, un gran número de editoriales hayan descubierto la fórmula mágica de como crear el álbum ilustrado a partir de un texto breve, "poético", o graciosamente rimado, o extraído del exitoso repertorio de algún cuentacuentos, o la adaptación (al alcance de cualquiera) del clásico universal; o que aborde temas que tratan de forma explícita los valores educativos que todo niño-niña debe conocer. A fin de cuentas, parece que escribir un texto breve está al alcance de cualquiera que sepa escribir, y más si es para niños. Y más si hay niños en casa y les cuento mis cuentos y les gustan.
Ahora que ya sabemos construir un álbum ilustrado, que dominamos la doble página, que sabemos que el texto no debe pisar la ilustración, que las imprentas chinas están tan cerca, que las librerías tienen su rinconcito a nuestra disposición, que los colegios y bibliotecas también, cómo no vamos a caer en la tentación de publicar todos los textos que se pongan a tiro si van a ir acompañados de tan hermosas y coloridas ilustraciones, ¡y en tapa dura!
No se escribe ahora peor ahora que antes, pero se publican demasiadas obras absolutamente prescindibles que ni emocionan, ni divierten, ni aportan nada original. No es nada nuevo, pero sí en mayor número.
Lorenzo: Los cambios en la creación literaria en la LIJ vienen impuestos, lamentablemente, por el mercado. Las tendencias literarias son consecuencia de unos determinados libros, autores, que resultan muy rentables económicamente a sus editoriales, que, en principio, no hacen otra cosa por la literatura que satisfacer esa demanda, real o impuesta, y promocionarla para que, obviamente, se alargue al máximo el efecto del bestseller. Es una conclusión que nosotros consideramos acertada para la inmensa mayoría de las editoriales, sean grandes, medianas o pequeñas.
Vicente: El cambio más sustancial debe de ser el que he experimentado yo. Será la edad, será el sodio no asimilado de la mesalazina que tomo tres veces al día o será el clima de Valencia, quién sabe. El caso es que ya no tengo paciencia. No entiendo que sean los personas más desagradables que uno puede imaginar quienes nos dicten a los demás cómo deben hacerse las cosas y que no haya creación literaria que por lo menos lo cuente. Los cuentos sustancialmente no han cambiado, pero sí siento que todo lo demás está cambiando, y no siempre a mejor. «Uno detrás de otro, iban llegando los ministros e iban ocupando su lugar en la mesa: el sr. Patán, el sr. Nefasto, la sra. Funesta, el sr. Pelma, la sra. Lela, el sr. Inepto, la sra. Ruin, el sr. Rufián…». En otra época, esto podría ser el inicio de un relato dirigido a los niños, pero me parece que pocos autores lo ven así ahora mismo. La sociedad, y la literatura (que es su reflejo), se están haciendo, en mi opinión, cada vez más conformistas.
Daniel: Como en otros campos de la cultura, en la LIJ lo primero que salta ala vista es que hoy hay una mayor variedad, la velocidad y, tal vez derivada de ello, la falta de consistencia de la mayor parte de la oferta.
Pero creo que es imposible responder a esta pregunta haciendo caso omiso a los cambios brutales que han pasado en el mundo en estos 25 años, particularmente en por los originados por el formidable desarrollo de las TIC, que afectan la manera en que nos comunicamos e informamos y por supuesto a la cadena del libro. En nuestro campo habría que hablar también del efecto perverso de la escolarización de la LIJ aunado los cambios en los canales de ventas. Es decir, los cambios de la LIJ son un detalle en un cambio profundo en el campo de las transformaciones de la educación, la cultura, las comunicaciones, las relaciones niño adulto y niños y jóvenes con el mundo, de la industria del entretenimiento, etc.
Por tiempo, no podría responder en extenso a todo. Por honestidad intelectual sólo me referiré a la parte del campo de la LIJ que hoy me ocupa, pues casi he dejado de publicar narrativa y desgraciadamente no he tenido tiempo para seguir con atención lo que está pasando ahí. Puedo tener ciertamente una idea base. Por ejemplo podría decirte que hace 25 o 30 años, cuando yo me comencé a internar en este campo fui testigo de un momento privilegiado. El mercado de la LIJ estaba (re)surgiendo y con el se dio un boom de buenos escritores para niños y jóvenes, particularmente en España y Argentina. Las fórmulas fueron distintas, pero el patrón era similar: escribir para niños era una forma de ganarse la vida y de intentar transformarla. En España era más importante lo primero, en Argentina lo segundo. Y todo era propiciatorio, particularmente la escucha de los niños. Se les había menospreciado, de pronto escritores, padres, maestros descubrieron que eran interlocutores formidables, exigentes, sedientos. Podría citar al menos 25 escritores españoles y argentinos que estaban publicando obras de gran calidad literaria y vivían de ello. Las editoriales también vieron que había un campo muy promisorio, se abrieron espacios para la discusión y el análisis. Creo que fue un boom. Pero el éxito, como el fracaso, tiene dos caras. Sostener la producción literaria de calidad al ritmo de novedades que exigían muchas editoriales , librerías o escuelas resulta complicado, por decirlo de alguna forma…. E invertir mucho tiempo deja de ser rentable en términos económicos (y ser profesional supone eso, querer vivir de lo que haces). Por otro lado pronto también muchos se dieron cuenta de que tampoco era necesaria la calidad para vender, incluso que era contraproducente. Como ves, la profesionalización tiene lados muy positivos, pero también aspectos oscuros. La mejor lij a menudo surgió de una relación intima entre un escritor y un lector real con el que ese escritor tendía una relación privilegiada: no de un lector supuesto, que siempre incita a creaciones previsibles o superficiales.
Volviendo a tu pregunta, cuando hablamos de creación literaria en nuestro campo, nos referimos a muchas cosas muy distintas: al novelista, al cuentista, al poeta, al escritor de textos para álbumes, al guionista de un bd… cada género tiene su historia, sus reglas, sus parámetros de calidad. El texto de un álbum , por ejemplo, no es un poema con ilustraciones. Creo que mucho de lo que se publica revela que la llamada profesionalización no ha logrado traducirse en la comprensión del rigor de cada género. Y en ese sentido creo que coincido contigo en el hecho de que la apariencia del libro ha servido para ocultar la falta de solidez de la propuesta integral.
2- ¿Recibes originales en español? ¿Cómo definirías lo que llega? ¿Cuántos pasan a una segunda lectura porque te parecen interesantes?
Arianna: Sí, recibo muchos originales en español y en otros idiomas, sobre todo en italiano. Hay algunos textos que me encantan, otros en los que creo que hay alguna buena idea pero que necesitarían que se les diera unas cuantas vueltas, otros amanerados que nacen de una concepción un tanto limitada de la infancia, otros que pertenecen al ámbito de lo poético y evocativo. En relación a la segunda lectura, muy pocos textos pasan a una segunda lectura. También es cierto que es muy poco lo que puedo publicar en A buen paso y a menudo me queda claro que por muchas posibilidades que tenga un texto, no acaba de encajar con lo que creo es el estilo o el centro de interés de la editorial. A muchas personas les pido que vuelvan a enviarme sus textos en futuro, porque creo ver algo en sus obras y, como soy curiosa por naturaleza, me interesa seguir su evolución. Ahora bien, en A buen paso los libros suelen nacer del texto, de manera que la lectura de obra original es lo más fundamental.
Irene y Pablo: A juzgar por la cantidad de proyectos que nos llegan son muchas las personas se aproximan a la escritura para niños y no siempre el resultado es satisfactorio. Los libros ilustrados son atractivos. Apetece hacerlos y en cierto modo se han puesto de moda.
Recibimos muchísimas propuestas (a todas las editoriales les pasa). Tantas a la semana como días tiene ésta. Intentamos considerarlas todas y también consideramos, revisamos, discutimos muchos libros para traducir que nos llegan de la inmensa oferta internacional y, justamente porque publicamos entre 8 y 12 novedades al año, tenemos que intentar que éstas tengan larga vida. Que podamos hacer muchas ediciones. Por fortuna, la mayoría de las veces lo conseguimos. En ese análisis, en esas revisiones constantes de originales y posibles traducciones, nos topamos con una evidencia estadística: no es fácil contar historias. Narrarlas de manera coherente y atractiva. De manera emocionante y entretenida. Y aquí no sólo nos referimos al texto, a la narración con palabras, sino también a la narración visual.
Xosé: Como anoté en la pregunta anterior, al publicar obras originales recibimos constantemente propuestas de los países en los que publicamos: España, pero también Portugal, Italia y Latinoamérica. Todo lo que recibimos se lee, y a todo el mundo se le contesta. Pero muy pocos textos soportan una primera lectura. Algunos provocan debate y se discute en el equipo si publicarlo o no: Los menos, los que consiguen emocionarnos o encantarnos, los que nos alegran el día o nos dejan un poso de nostalgia, los que nos seducen a primera vista, esos se convertirán en la semilla que harán nacer el álbum pasados los meses, o incluso los años. Son los textos que dan sentido a nuestro trabajo.
Lorenzo: Sí, claro, todos los editores recibimos originales. Y, sin embargo, la calidad de los originales, la calidad literaria de esos originales, deja mucho que desear. Según nuestra experiencia y aunque duela reconocerlo, especialmente a los que quieren ser autores, el nivel literario de los originales, por lo menos de aquellos que nos llegan a nosotros, es bajo, tristemente bajo. El porcentaje que retiene nuestra atención, después de una primera lectura, es, triste reconocerlo, insignificante y sí, esa segunda, tercera, cuarta lectura tiene que ver con una primera impresión positiva.
Vicente: Recibo. Hay mucho ogro, mucha sirena, mucho elixir mágico. Parece que la imaginación no nos da para más. Me gustaría poder contestar a todas las personas que envían sus proyectos, pero lamentablemente carezco de tiempo para hacerlo. Tampoco sé muy bien qué decir en algunos casos. Escribí en la página web de la editorial (sección Miscelánea, subsecciónNoticias) una nota dirigida «A los futuros autores» pidiendo un poco de comprensión y de compresión (de las imágenes muy gordas) y un poco de paciencia (la que yo ya no tengo). Me llama la atención el que un porcentaje altísimo de la gente que se dirige a nosotros no conozca en absoluto nuestros libros. Es difícil tratar profesionalmente con quienes no tienen esa mínima curiosidad, que es también una forma de respeto.
Daniel: Mi sueño como editor es recibir un original de un escritor nuevo y extraordinariamente talentoso. Eso me obliga a tener siempre la puerta abierta y leer cuanta carta me llega.No me interesan los curriculums, las opiniones de los sobrinos o la trayectoria del autor, sino el archivo adjunto con la obra. Muchas veces la descartas en los primeros renglones, sea porque te parece un espanto, porque no te interesa o porque no tiene cabida en tu catálogo (¡lo mínimo que le puedes pedir a un escritor es que se tome el trabajo de saber a quién le escribe y de estudiar tu catálogo!) Si algo me interesa, aunque sea en germen, contesto la carta con sugerencias. En algunos casos, después de muchos intercambios al final han salido libros muy hermosos, de varios de ellos hemos vendido derechos.
3- Los escritores dicen que los editores no arriesgan... ¿qué opinas de esto?
Arianna: Creo que hay que hacer distinciones. En cada caso habría que ver de qué estamos hablando: es decir que creo que existe un fondo que nos permite hablar del valor objetivo de un texto y sobre esto no habría que discutir. En un segundo nivel está el gusto personal, la línea editorial y/o el miedo. Entonces en un primer momento hay que reflexionar sobre el valor del proyecto planteado y su interés real. Hecho esto, llega el resto… El problema de las editoriales es que se ocupan del arte y que el arte y el mercado tienen muy mal encuentro. Es cierto que una empresa editorial o nace de un tipo de mecenazgo o tiene que ser económicamente autosuficiente (de alguna manera). ¿Qué hacer? Puedes tratar de solucionar el problema siguiendo las modas y los requerimientos curriculares, o puedes apostar por un elección clara de línea editorial y trabajar para difundir la voz y ampliar tu público interesado. De alguna manera la tarea acaba convirtiéndose en una misión. Como creo que la edición es un su esencia una tarea moral, personalmente me quedo con la segunda opción.
Irene y Pablo: En nuestro caso, nos arriesgamos cuando sentimos que vale la pena. Lo que cada editorial debe definir es por qué cosa está dispuesto a arriesgarse. Tenemos en nuestro catálogo muchos libros con historias “incómodas” (La composición, El robo de las aes, Un puñado de semillas, De noche en la calle, Vamos a ver a papá, Zorro entre muchos otros) porque creemos en ellas, porque queremos dar el punto de vista de la editorial, porque también queremos dar temas para la discusión. En estos, la decisión de publicarlas ha sido independiente a valorar su desempeño comercial.
El riesgo, por lo tanto, no puede ser medido en general, sino en relación con el catálogo de cada editorial.
Xosé: ¿Se arriesgan los editores? Pues habrá de todo. Yo creo que en el panorama editorial español hay suficientes ejemplos de proyectos arriesgados y de proyectos más conservadores, tanto si hablamos de textos como en las propuestas plásticas. La cuestión de fondo es saber a quien te estás dirigiendo, cuales son los destinatarios y ser coherente con el proyecto editorial que estás construyendo. En nuestro caso, publicamos mayoritariamente para niños, y eso implica una gran responsabilidad porque estamos aportando propuestas para la memoria del mañana. Una cuestión que nos parece muy seria, nada frívola. Y elegimos; como editores elegimos y nos posicionamos. No somos neutrales en absoluto porque deseamos hacer libros hermosos y comprometidos. ¿Eso es arriesgarse?
Lorenzo: Arriesgar es muy relativo. Si un editor apuesta por un original, es porque está convencido de su calidad y, consiguientemente, ese “riesgo” está incluido en la profesión. Nosotros, como muy bien sabes, apostamos desde el primer día por una determinada línea de edición y nos mantenemos fieles a ella. Podríamos hablar de riesgo editorial en aquellas editoriales cuyo programa venga marcado por un mercantilismo determinante. No es nuestro caso.
Vicente: Hay editores para todos los gustos, como es patente. Ese tipo de generalizaciones no sirve para nada. También se podría decir lo mismo de los escritores, de los ilustradores y de los lectores. ¿Qué queremos decir con arriesgar? ¿Publicar cosas nuevas? ¿De qué cosas nuevas estamos hablando? Para distinguir cuáles son las cosas nuevas, deberíamos antes conocer las viejas. ¿Conocemos bien las cosas viejas? ¿Conocemos, por ejemplo, una serie de libros que publicó la editorial La Gaya Ciencia en 1978 bajo el título «Libros para mañana»? Un libro era Hay clases sociales; otro, Cómo puede ser la democracia; y otro («en preparación»), La corrupción está en todas partes.
Daniel: Ser editor es asumir riesgos. No hay una fórmula que asegure el éxito, ni nada que por sí mismo sea comercial. Y creo que cada editor debe asumir los riesgos que considere que puede enfrentar exitosamente, si no sería una trastada, incluso con el autor.
Hay editores que van por los caminos trillados (y fracasan), otros que tienen éxito siendo heterodoxos., y serían un fracaso si cambiar lo que los distingue. Yo prefiero no medirme en esos términos. Arriesgo cuando creo que algo vale la pena y pienso que lo puedo vender, al menos que tengo razones poderosas para recomendar el libro a un posible lector. A veces ese posible lector son miles, en ocasiones son pocos. Pero siempre es alguien al que puedo imaginar. Pero si no visualizo algo prefiero no gastar tinta, papel ni dinero. Finalmente, lo que define el campo del libro para niños y jóvenes es que se hace algo para alguien diferente de uno.