Pequeña historia de la edición de libros infantiles en España: Esther Tusquets
El 23 de julio de este año nos dejaba la editora Esther Tusquets. Entre los numerosos artículos que hubo en reconocimiento a su labor como editora en Lumen (aquí está el obituario de El País), apenas se habló de su trabajo como editora de libros para niños. Puede que a nadie le importe mucho esa labor, pero para los que nos dedicamos a la literatura infantil, Esther Tusquets y Lumen fueron una editora y un sello editorial llenos de calidad y sorpresas. Cuando nadie hablaba de libro ilustrado (¡y mucho menos de álbum!), ella nos ofrecía lo mejor de lo que se editaba en el mundo. Libros de autores desconocidos, de estéticas increíbles y de formatos inusuales. Todos los que recibíamos sus libros como novedad teníamos la impresión de recibir un auténtico regalo.
Fue, además, una editora que escribió: novelas (El mismo mar de todos los veranos), memorias (Confesiones de una editora poco mentirosa; Habíamos ganado la guerra), miscelánea (Confesiones de una vieja dama indigna; Pequeños delitos abominables) e incluso libros para niños: La reina de los gatos y La conejita Marcela -del que hablaremos más adelante por haber sido reimpreso recientemente. Aquí hay un surtido de sus libros.
Como nunca se nos ocurrió entrevistarla (es lo que pasa con las viejas glorias, que no nos atrevemos a molestar su descanso), me gustaría hacerlo ahora de manera póstuma. Es un homenaje y una manera de dar a conocer un trabajo pionero, para que no parezca que los editores de ahora son los únicos que innovan y arriesgan. La situación es inventada, pero las respuestas han sido tomadas de un entrañable artículo publicado en CLIJ con el título de: Libros "de lujo" para niños y que puede leerse completo aquí, y de su libro de memorias: Confesiones de una editora poco mentirosa (donde indico la página). Allá vamos...
Fue, además, una editora que escribió: novelas (El mismo mar de todos los veranos), memorias (Confesiones de una editora poco mentirosa; Habíamos ganado la guerra), miscelánea (Confesiones de una vieja dama indigna; Pequeños delitos abominables) e incluso libros para niños: La reina de los gatos y La conejita Marcela -del que hablaremos más adelante por haber sido reimpreso recientemente. Aquí hay un surtido de sus libros.
Como nunca se nos ocurrió entrevistarla (es lo que pasa con las viejas glorias, que no nos atrevemos a molestar su descanso), me gustaría hacerlo ahora de manera póstuma. Es un homenaje y una manera de dar a conocer un trabajo pionero, para que no parezca que los editores de ahora son los únicos que innovan y arriesgan. La situación es inventada, pero las respuestas han sido tomadas de un entrañable artículo publicado en CLIJ con el título de: Libros "de lujo" para niños y que puede leerse completo aquí, y de su libro de memorias: Confesiones de una editora poco mentirosa (donde indico la página). Allá vamos...
A.T.:
Editora progre busca libros infantiles ¿Cómo era el mercado español en los años sesenta cuando empiezan a editar libros para niños?
E.T.: Había en el mercado español muy pocos libros con ilustraciones de gran calidad y cuidadosamente editados. Excepto algunos casos aislados: existía casi en solitario la maravillosa serie de Editorial Juventud con auténticas obras maestras dentro del estilo tradicional.
Nada de obras rompedoras, entonces...
En el campo de la literatura infantil, como en otros, Lumen tuvo el acierto o la torpeza de adelantarse a su tiempo. Porque no había, en aquellos momentos, público comprador para los libros de niños de calidad y, como inevitable consecuencia, libros caros.
Pero Lumen tenía un catálogo para adultos bastante exquisito. ¿Los lectores de Lumen no compraban libros a sus hijos?
Para nuestro estupor y desconsuelo, los adultos refinados y cultos, adictos al arte de vanguardia, lectores habituales de las colecciones Biblioteca Breve, Ancora y Delfín, Palabra en el tiempo, perdían al adquirir libros para sus hijos todo criterio de selección, todo espíritu crítico, y compraban sin rubor unos bodrios aberrantes.
¿?
Sí. El nivel general era deplorable. ¿Qué demonios compraban para sus hijos los padres que exigían para sus propias lecturas un alto nivel de calidad? ¿Por qué casi todos mis amigos, cultos e incluso apasionados por los libros, consideraban la literatura infantil como un género menor y ponían en manos de los niños pura basura? (p.27)
La colección se llamó Grandes Autores...
La colección iba a llamarse "Grandes Autores para Niños" pero los vendedores dictaminaron que ningún niño aceptaría leer un libro calificado "para niños", y quedó en "Grandes Autores" (p.27)
Como muchos editores, iban a las ferias a comprar derechos, ¿no?
En los stands de editores extranjeros a quienes comprábamos los derechos de edición, nos recibían con campanas al vuelo y abriendo botellas de champán, y nos señalaban como "esos chiflados de Lumen que están publicando en España a Janosch, a Leo Lionni, a Binette Schroeder".
También a Peter Speer, Maurice Sendak, Le Cain, Nicola Bayley, Mónica Biesner, Adela Turín... por cierto, ¿puedes contarnos algo sobre esta colección tan innovadora para niñas?
Obtuvimos un éxito rotundo con la serie infantil A favor de las niñas. Descubrí en una librería de París la edición francesa de un cuento -en español se llamaría Rosa Caramelo- que me encantó. Reunía a tope y unidas las dos cualidades que busco en los libros para niños: belleza formal y contenido interesante. Adela hizo en los setenta unas colecciones muy bonitas, divertidas, imaginativas, diferentes. Libros que hacían hincapié en los valores femeninos, reivindicaban igualdad de derechos y posibilidades, invertían los roles asignados tradicionalmente a ambos sexos. Aparecían justo en el momento adecuado y tuvieron un gran éxito a nivel internacional. Y también en España. (p.165-66)
Con ustedes publicaron también otras mujeres españolas por primera vez libros para niños.
A Carmen Martín Gaite se me ocurrió pedirle que me escribiera un cuento para niños, que se publicaría en la colección Grandes Autores. Respondió resueltamente que no, que nunca había pensado en hacer algo infantil (p.157)
...la literatura infantil como género menor...
... pero poco después me notificó que había cambiado de opinión, y unas semanas más tarde me anunció el envío del texto: "No sé cómo agradecerte la sugerencia que me hiciste (...) No sólo me ha permitido ensayar con ilusión (y creo que buenos resultados) un género al que no me había dedicado nunca, sino que me ha permitido colaborar con un amigo sensible y encantador, que me ha estimulado continuamente con su entusiasmo [el amigo era Eguillor que, por sugerencia de Carmiña, hacía las ilustraciones]. (p.158)
El Castillo de las Tres Murallas, una edición preciosa...
Carmen Martín Gaite escribiría todavía otros dos libros infantiles más. (p.159)
No fue la única vez que pidieron algo así a un escritor
A Gloria Fuertes, que me gustaba como poeta, le pedí que escribiera unos cuentos infantiles para Grandes Autores. No lo había hecho nunca (...) y su Cangura para todo resultó un éxito. (p. 39)
Entonces el editor no solo va a ferias a comprar derechos de libros ya listos, también encarga obras y se arriesga de otra manera...
Para mí fue siempre importante mantener una relación personal con cada uno de los títulos que publicaba. No solo, como se nos pregunta con frecuencia si hemos hecho, leerlos todos, sino seguir el proceso desde que nacen como idea, como mera posibilidad, hasta que encuentras los primeros ejemplares de muestra de la edición ya terminada encima de la mesa de tu trabajo. Una de las ventajas del pequeño editor es participar en todo, hacer un poco de todo. (p.11-12)
Pero algo habrá que no sea tan agradable...
Creo que he odiado un solo aspecto de mi profesión, que en consecuencia debe ser el que peor he desempeñado: la promoción. Solo oir hablar de "argumentos" de venta me ponía enferma, sobre todo desde que me indicaron, muchísimos años después, cuando ya no era mía la editorial, que entre estos argumentos quedaba obviamente excluida la calidad e incluso el placer que la lectura de un libro pudiera proporcionar. (p.12)
¿Cómo era Esther Tusquets de niña? ¿Le gustaba leer?
Leía, desde que aprendí a leer, a todas horas y en todas partes, con una pasión que no he recuperado con igual intensidad en ninguna otra etapa de mi vida. (p. 15)
Ahora se habla mucho de la promoción de la lectura ¿te parece que es buena idea fomentar el gusto en los niños?
El gusto por la lectura se adquiere casi siempre en la niñez, y me sorprende que sea tan difícil inculcarlo. ¿Cuántos niños conocemos que se resistan, cuando les metemos en cama, a que nos sentemos a su lado y les contemos o leamos un cuento? ¿Cuántos los que no piden que lo repitamos o que agreguemos otro? ¡Qué pesimos narradores deben de ser muchos adultos (...), y, sobre todo, qué poco les debe gustar leer a muchos maestros! (p.26)
Bueno, mejor no sigamos por ahí que no está el horno para bollos... terminemos con algo divertido. Ahora se habla de una cierta censura del mercado pero en tu época de editora la censura era de verdad, con líneas tachadas de los manuscritos y ediciones prohibidas... ¿puedes contarnos algo de esto?
El caso más pintoresco (...) fue un libro infantil. El libro más inocente del mundo, El Tío Popoff. Tan inocente era, o me parecía a mí, que lo hice imprimir y encuadernar sin tomar la precaución de que llegara el permiso de publicación. De modo que la edición estaba terminada y la inversión hecha, cuando llegó la prohibición. El libro no podía venderse tal cual estaba. Porque en uno de los cuentos, durante el curso de una prolongada sequía, el Tío Popoff va a visitar a la Señora Lluvia para suplicarle que ella, que es todopoderosa, provoque las lluvias. "Y todopoderoso, usted debiera saberlo, señorita, si recuerda las clases de historia sagrada, lo es únicamente Dios". (p.67)
Gracias, Esther. Muchos de tus maravillosos libros seleccionados con tanto acierto se están reeditando en la actualidad. Gracias a tu mirada progre y sensible hoy en día muchos lectores pueden disfrutarlos otra vez...
Gracias
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Cubierta original 1980
Cubierta actual 2011
No podemos finalizar esta entrada sin hablar de un libro de Esther Tusquets recientemente reeditado: La conejita Marcela (Kalandraka, 2011). Publicado originalmente en 1980, el libro tiene ese toque cándido de los mensajes que quieren hacer pensar a los niños. La conejita Marcela vive en un mundo de conejos blancos y negros. Unos sumisos, otros altivos, unos con hierba pequeña y seca, otros con hierba fresca y alta. Marcela tiene un defecto en un ojo que la hace diferente, y rebelde. Se escapa. Llega a otro sitio con conejos blancos y negros. Aunque ahora los roles están invertidos, la vida es igual: unos miran al suelo y otros pisan a los demás. Solo cuando encuentra, entre sus opuestos, a alguien diferente, decide que es su igual. "Conejito, conejito ¿te quieres casar conmigo?. Y Federico dijo también que sí". Lo absolutamente novedoso en este álbum ha sido el trabajo de María Hergueta como ilustradora.Hergueta le ha dado a sus ilustraciones un aire vintage que acompañan a la perfección el texto. Casi se diría que podrían haber sido ilustraciones de la época. Dibujo que parece homenajear a Beatrix Potter, una paleta de colores poco estridente con colores que no se ven en libros para niños, toques de luz con el rojo y una sencillez y armoniosa composición que encantarán a muchos niños. Pues los escenarios bucólicos y ordenados son una de las fantasías literarias más queridas por los pequeños. Un conejo suave, la hierba, la aventura...
A María Hergueta, cuyo reciente trabajo admiramos mucho: Cuando no estás aquí (El jinete azul, 2012) no le asusta ninguna tradición. Ni la que dice que hay que tener cuidado con los libros para niños (como en Cuando no estás aquí donde se atreve a explorar y expresar los sentimientos de celo y odio de un niño pequeño hacia su hermana mayor) ni la que dice que algo que ya fue ilustrado una vez, es difícil de repetir. Hergueta no sólo ha mejorado la ilustración original, sino que le ha dado un aire bello y reposado. Justo lo que este texto necesita.
Esther Tusquets, que vio la publicación de este libro antes de fallecer, seguro que esta, "su" Marcela, le encantó.
P.S. Quisiera agradecer a Luis Daniel González su cortesía por facilitarme la mayoría de las ilustraciones de los libros de Lumen.