Ocho ideas equivocadas sobre lo que es ilustrar para niños
Desde hace algunos años tengo la suerte de trabajar con ilustradores dentro del máster iconi . Es siempre un placer y una maravilla ver cómo, durante un año, se levanta el proyecto final y para mí es un honor acompañar a estos creadores que inventan, pelean y se enfrentan a su propia creatividad. Una de las cosas que me interesa, cuando comenzamos, es intentar averiguar cuál es el universo del que vienen, cuáles son sus fuentes de inspiración, qué tienen en la cabeza (tanto estética como literariamente) y desde hace años pregunto, no solo a los alumnos, sino a cuanto ilustrador encuentro para conocer un poco más de dónde viene su trabajo.
También me guía en este impulso ver libros que no sé de dónde salen, con dificultad para secuenciar, con muchos tópicos, con patrones que se repiten una y otra vez, con quién sabe qué inspiración. Y, si hace algún tiempo ya hablamos de Ocho ideas equivocadas sobre lo que es escribir para niños, me animo con esta carta abierta a los ilustradores. Y aquí van:
1 No leo
Vale, puede que la lectura no sea tu fuerte pero... ¿cómo se va a construir un mundo imaginario si se desconocen las reglas de una buena narración? ¡Al menos los básicos! Principio, nudo y desenlace. Luego se pueden añadir algunos más y luego se puede desmontar todo. Por no hablar de que hay muchos tipos de narradores y no solamente la primera y tercera persona. Cuando esto no está interiorizado a base de muchas lecturas, es difícil ir más allá de esquemas una y otra vez repetidos. como por ejemplo, la primera persona. Por no hablar de todos esos libros "poéticos" que son un cúmulo de banalidades sin ritmo, intensidad, emoción...
2 Mejor adapto un clásico
Esto tiene mucho que ver con lo anterior. ¿No se me ocurre nada? Pues venga, ¡adapto un clásico! Total, ya tengo lo básico (una buena historia bien escrita) y lo retoco como me apetezca. Al fin y al cabo, lo importante son las ilustraciones ¿no? Qué más da si el texto queda recortado en su esencia (por ejemplo en los aspectos simbólicos) o si me dejo muchas cosas por el camino porque pienso que "una imagen vale más que mil palabras".
3 Para los textos que me entregan, mejor escribo yo
Un ilustrador amigo me decía que a los ilustradores les tocaba muchas veces "levantar el cadáver" de un texto. Y es cierto: debe ser terrible ilustrar cosas que han escrito otros que no te gustan nada. Y hay mucho texto mediocre, así que entiendo que un ilustrador diga: esto también lo hago yo. (Aquí también entra en juego el tema de los derechos de autor, siempre divididos entre autor e ilustrador) Pero ¿ponerse a escribir otro texto mediocre? ¿Repetir una historia contada ya un millón de veces?
4 Soy pintor (o artista)
Total: la ilustración es un arte ¿no? Así que si soy capaz de pintar cuadros ¿por que no voy a poder
Manon de Jonghacer un libro? Esto deriva en los tantos libros donde las ilustraciones no pasan de ser meras postales. Pasas una página: una postal; pasas otra, otra postal. Y así sucesivamente. De hecho, hasta puedes abrir un libro por cualquier página y aparece una imagen bonita. Pero ¿qué tiene que ver esto con un libro, con esa tensión que hay entre el texto y la ilustración? ¿Con esa gana de pasar página para ver cómo sigue el texto pero al mismo tiempo, querer quedarse en la imagen para desentrañar más de la historia?
5 Prefiero el photpshop
Lo confieso: en este mundo de virguerías tecnológicas cada vez me resulta más difícil adivinar la técnica de las ilustraciones (si es que alguna vez lo supe hacer). Pero si algo puedo reconocer de inmediato es un libro hecho completamente en photoshop. Y hay muchos. Son de ilustradores que "como no dibujo muy bien" prefieren la seguridad el photoshop porque, además, han visto a muchos de los grandes que lo utilizan. Lo que no se imaginan es que un ilustrador que controla su muñeca y hace con ella lo que quiere puede pasar al photoshop y seguir haciendo sus cosas con estilo. Algo que no podrá hacer aquel que busque solucionar problemas de manera rápida.
6 Mejor animales que personas
Lo escuché en la presentación del libro de una ilustradora muy exitosa. En principio, su protagonista era un niño. Y, claro, dibujar personas acarrea un montón de decisiones desde el color del pelo hasta el peso sin obviar, por supuesto, que niño o niña ya es un tremendo dilema. La ilustradora contó que el editor le había sugerido que usara un animalito. De un plumazo ¡zas! se acabaron las dudas y hasta los problemas. Todos parecieron muy aliviados. La ilustradora, porque ya se sabe que dibujar niños es muy difícil, y el editor, supongo, salvaba así cuestiones tan peliagudas como género y multiculturalismo. Así parecen actuar muchos ilustradores y editores. El resultado: los niños cada vez tienen menos modelos para reconocerse. Así que seguiremos inundados de osos, tigres, elefantes, monos, ratones y un largo etcétera.
7 Me inspiro en Pinterest
¡Ahhh, ese gran cajón de sastre! A golpe de dedo miles de imágenes, no importa el orden o el
Sergio Membrillasdesorden, ni los estilos ni las tendencias. Viejas, nuevas, modernas, contemporáneas, vintage... de todo el mundo y sin moverme de mi silla. Nada que objetar, pero cuando pinterest sustituye a los libros... vamos mal. Porque un libro es un objeto en el que interactúan muchas cuestiones: formato, papel, tipografías, recursos y, por supuesto, narratividad visual. Y todo eso es imposible de percibir y aprender en un tablón de pinterest.
8 Cuando escribo e ilustro no pienso en el destinatario
Esto ocurrió en un encuentro internacional. Había una mesa con prestigiosos ilustradores. Ilustradores (diría artistas) para los que el libro ilustrado ha sido una buena alternativa a la crisis del mundo del arte. Ya lo dijo alguien: las nuevas galerías son los libros. Y ahí han terminado muchos ilustradores. Con libros excelentes, de altos vueltos y muchos premios. Y dijeron: "no pensamos en los niños cuando hacemos nuestro trabajo". Me quedé de piedra, literalmente. No dudo que se puedan hacer buenos libros para niños sin pensar en ellos, pero una gran mayoría de libros publicados "para niños" están hechos, en realidad, para adultos (padres, mediadores, críticos). En la siguiente mesa, donde yo intervenía, quise continuar la conversación y dije, simplemente, que me gustaría imaginar dónde estarán sus libros dentro de veinte años. Esta anécdota siempre me hacer pensar en aquellos creadores que sí pensaban en los niños: Leo Lionni, Maurice Sendak, Eric Carle, Arnold Lobel, Tomi Ungerer... y, en fin, pienso que es mejor hacer libros pensando en los niños porque generaciones futuras también los podrán disfrutar.