Motivos para el libro informativo
Si hay un momento en el que la lectura se encuentra a debate es el actual. Los rápidos cambios que las prácticas lectoras están viviendo en estos tiempos con una multiplicidad de formatos de lectura diferentes (internet, medios sociales, ebooks, chats, blogs, etc.), y la variedad de textos que los niños tienen a su alrededor obliga a la escuela y a aquellos que se dedican a la promoción de la lectura a hacer una reflexión sobre sus costumbres pedagógicas.
Los lectores del futuro van a necesitar, cada vez más, un entrenamiento específico en lectura de textos informativos. El JISC National ebooks Observatory Proyect en un reciente estudio, -(pdf en inglés)- expone en esencia que la lectura practicada con los libros electrónicos es extractiva, fragmentaria e informativa. No suelen leerse libros extensos, y el 65% del personal académico y de los estudiantes afirman utilizar el libro electrónico como apoyo informativo al trabajo y al estudio. Y, sin embargo, la lectura narrativa sigue predominando en las recomendaciones de libros. Nuestros niños tienen que ampliar radicalmente su forma de leer y tenemos que ayudarles a mejorar su experiencia de aprendizaje.
Frente a una lectura pasiva, que busca la evasión y que permite la identificación de sus personajes, tenemos que formar a un lector
activo, capaz de enfrentarse a un texto sobre conceptos abstractos, que sepa buscar y encontrar lo que necesita, que tenga curiosidad y que sea capaz de relacionar ideas, de discutir sus puntos de vista y de escuchar opiniones diferentes.
Entre las finalidades de la escuela está la de formar ciudadanos independientes, y la ayuda para comprender textos informativos es un camino directo. Este reto atañe no solo a los docentes del área de lengua y literatura sino a todos los demás, que también necesitan alumnos capaces de leer y entender con fluidez los textos de sus asignaturas. Para ello hay que cambiar algunas prácticas escolares y hay que incorporar de manera natural libros que cuentan cómo es el mundo, libros que invitan a una reflexión, y libros que informan de todo aquello que los niños ven de manera fugaz en la vida real.
El espacio de trabajo de Macaulay
Basta comenzar con una selección más amplia de lecturas y dedicar un poco de tiempo en la clase para leer. Esto tan sencillo modificará de forma sustancial la dinámica pedagógica en la clase. Otro cambio es la propia actitud del docente que pasará de ser alguien que habla y plantea preguntas, a ser un intermediario interesado en textos con diferentes niveles de lectura, que lee previamente los textos para detectar las dificultades del vocabulario, que evita la respuesta única, fomenta el diálogo entre los alumnos, los alienta a participar y les ayuda con exploraciones compartidas a comprender lo que es un texto de información y cómo utilizar todos los elementos que aparecen en un libro (recursos visuales, índices, glosarios, enfoque del tema, estructura general).
Compartir y argumentar sería el paso posterior a comprender los textos, no solo para asentar las nuevas informaciones y ser capaces de relacionarlas con lo que ya se sabe, sino para formar ciudadanos críticos.
Los lectores del futuro -aquellos que estamos preparando hoy- necesitan nuestra ayuda para desenvolverse en un mundo donde los textos circularán de manera desordenada y fragmentaria. Debemos ayudarles a pasar de ser lectores-pescadores, esos que con calma miran el agua del río pasar mientras esperan que caiga un pez en el anzuelo, a ser lectores-cazadores, que van en busca de lo que necesitan o les interesa, que saben utilizar sus propios criterios para localizar, no una obra completa, sino posibles fragmentos de aquello que precisan. Es un desafío para el que la oferta de libros informativos del momento puede ayudarnos: por su variedad y por su calidad. No dejemos pasar esta ocasión y ampliemos nosotros también nuestra forma de leer y mirar los libros. La evasión que nos proporciona la literatura es tanto o más importante como la reflexión y la construcción del conocimiento que nos brindan los libros informativos.
(Las ilustraciones para esta entrada pertenecen a David Macaulay y su maravilloso libro Cómo funcionan las cosas -lamentablemente descatalogado, pero disponible en muchas bibliotecas).