Marina Colasanti, o cuando las hadas llegan a la selva
Nacida en una de las colonias de Italia, Eritrea, en 1937, Marina Colasanti vivió en Italia hasta los once años, durante la Segunda Guerra Mundial, y se trasladó a Brasil con su familia, donde vive hasta hoy. Esa época es recordada por Colasanti como su gran momento para la literatura, como declaró en este retrato que hicieron de ella en la revista Imaginaria: "...en ese tiempo ni siquiera salíamos a la calle, a no ser para ir a la escuela. Las tardes se alargaban en la sala de muebles oscuros; la noche llegaba temprano, trayendo consigo la neblina del lago. Pero mi hermano y yo estábamos inmersos en las selvas de Malasia, con sus animales salvajes, galopábamos por las praderas del Oeste, construíamos casa en el tronco de las secuoyas, o navegábamos veinte mil leguas bajo el mar. Éramos piratas, cazadores, viajeros, pielrojas…
Allí estudió Bellas Artes y se dedicó al periodismo durante más de once años. Durante este trabajo entra por casualidad en la literatura infantil al tener que sustituir a una compañera periodista encarcelada por la dictadura militar. Su primer relato es un cuento de hadas que escribe ya con su elegante y cautivadora prosa. A pesar de ser brasileña se siente italiana, tal y como declaró en esta entrevista para Cuatrogatos. Sus historias conectan al lector contemporáneo con la tradición clásica y resulta sorprendente la fina fantasía con la que reinventa muchas historias que nos resultan familiares.
Marina Colasanti, sin embargo, no ha sido muy bien tratada en España. Libros como En el laberinto del viento (publicado originalmente en España en 1988) pasó muchos años descatalogado hasta la edición del 2008 de Anaya, quien también ha publicado Penélope manda recuerdos). El resto de su obra traducida al castellano (más de once títulos) se consigue, sobre todo, en Colombia. En este país salió, en Asolectura, el volumen titulado Como si hiciese un caballo donde se recopilan dos conferencias. La que da título al libro es un bello texto sobre las lecturas que han marcado su ruta. Al recordarlas, hace como el artista Miguel Angel, quien, al pedazo de piedra que tiene delante va quitándole trozos hasta que "aparece" el caballo.
Además de narrativa, Colasanti ha cultivado la poesía, para adultos y para niños. Una muestra de su poesía para adultos se encuentra aquí, en una cuidada traducción de María Teresa Andruetto (de quien ya hemos hablado en este blog). Celebramos que se haya publicado en España una selección de sus poemas mínimos a cargo de la joven editorial El Jinete Azul. Clasificados y no tanto es una selección -traducción de Carlos Gumpert- de miniversos, especies de haikus, pensamientos con toques de fantasía, que resultan una llamada al imaginario. El ilustrador de ascendencia libanesa y vocación surrealista, Sean Mackaoui, los ha interpretado en imágenes sorprendentes. Colasanti, que es ilustradora, y ha dibujado muchos de sus textos, tiene aquí un contador-cortador de imágenes a la altura de su creatividad. Donde Colasanti ve un tigre, Mackaoui recorta un peine; donde hay un niño en una noria Mackaoui le pone alas; y a la pregunta de qué hace un girasol cuando llueve, el dibujo le añade sin ningún pudor el motor de una barca. Un original tandem entre dos artistas que saben lo que son las fronteras y el ser de una parte y vivir en otra. Tal vez por eso sus creaciones provienen de todos lugares y de ninguno.