Mapa de la edición independiente de libros para niños. VII: Venezuela
Este mapa ha sido uno de los más complejos de realizar. Se sabe poco de lo que pasa en Venezuela relativo a la publicación de libros para niños. En alguna feria internacional hemos encontrado a editores que han relatado la dificultad de encontrar papel, de distribuir, de exportar. Preguntamos al colega Freddy Gonçalves Da Silva, escritor, crítico, investigador y fundador de la revista PezLinterna, si se animaba a explorar la realidad. Y vaya si lo hizo: como él mismo indica, la edición independiente para niños en Venezuela es un acto de resistencia. Gracias, Freddy por este esclarecedor panorama.
LA EDICIÓN INDEPENDIENTE EN VENEZUELA
Por Freddy Gonçalves Da Silva
Hablar de la edición independiente en Venezuela es dialogar obligatoriamente con la construcción de los espacios de la resistencia. Y no se trata únicamente de una mala gestión pública y cultural en los últimos años. Los esfuerzos por mantener con largo aliento muchas de las iniciativas en el campo de la edición ha dependido siempre de los cambios de las políticas en el país o del precio del barril de petróleo, que es nuestro principal producto de exportación y que hace itinerante a la moneda. Por otro lado, también entra en juego la sostenibilidad de una cultura de la infancia y, actualmente, se suma un factor extra: la crisis del papel. El tema de la exportación se complejiza y altera, además, falla la pluralidad de libros para niños en las estanterías. Y cuando se consiguen, sus precios son exorbitantes, aptos para un coleccionista. Esta escasa oferta editorial de otros países hace centralizar mucho más el tema de los libros.
No se trata de ser fatalista ni un animal político, sino de crear un marco sólido acerca de hacia dónde se dirige la edición de libros para niños en Venezuela. En nuestro país, por ejemplo, no se pueden menospreciar los esfuerzos que hacen las casas editoriales como Alfaguara, Ediciones B o Planeta para mantenerse en pie de lucha, publicando a autores e ilustradores venezolanos en sus catálogos infantiles. Una batalla que hace un par de años, la editorial Norma no pudo resistir, teniendo que migrar afectados por la crisis. De la misma forma son estímulos el apoyo de empresas privadas que buscan sostener algunos títulos nacionales o vitales investigaciones, como el libro PanoramaBreve de la Literatura Infantil en Venezuela que recientemente publicó Fanuel Hanán Díaz con la Fundación BBVA Provincial; o el Proyecto “play and learn with miffy” del 2013, en el cual la Embajada de Holanda unió esfuerzos con Butterflyworks, la Fundación Bernard Van Leer, Banco del libro y Fundación Empresas Polar para publicar el experimento de trasladar los valores gráficos y literarios de Dick Bruna con autores e ilustradores venezolanos en el país, logrando publicar yoyo llega para la primera infancia.
Esta diatriba ideológica entre empresa privada y el Estado no solo se acentúa por el tema se la crisis, también se percibe en la forma en cómo se enfocan en la edición para niños. Grandes editoriales infantiles apoyadas por el Estado como Monte Ávila y El Perro y la rana buscan una economía de recursos en sus libros sacrificando la calidad no solo de sus contenidos sino de sus diseños y propuestas. Se busca acercar el libro al niño con sus bajos costos, impresos en grandes tirajes y vinculados cada vez más a un mensaje netamente ideológico. Monte Ávila, en sus inicios, contó con un interesante fondo de autores como Mireya Tabuas, Marisa Vannini, Mercedes Franco, entre muchos otros que, actualmente, está siendo reeditado por otras editoriales. Ahora su fondo cambió el foco a interesantes libros relacionados a la tradición indígena y la exaltación de su lengua. Por el contrario, El perro y la rana, mezcla libros de autores clásicos venezolanos con diversidad de temas sociales. En el 2014 publican el título Juventudes comandantes, una recopilación ilustrada de los discursos de Hugo Chávez Frías y Ernesto “Ché” Guevara dirigida a los jóvenes.
Irónicamente, Venezuela es un país con tradición en estudios de la infancia. La labor del autor Rafael Rivero Oramas con revistas literarias para niños y programas de radio, lo que fue el Proyecto del INCIBA (Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes) o el aún firme Banco del libro son algunos de los personajes e instituciones que forman parte de las grandes escuelas del país y de dónde se desprenden muchas de las iniciativas que veremos a continuación:
Nombrar a Venezuela en algún espacio editorial infantil es lo mismo que contar la historia de Ekaré. Sus fundadoras, Carmen Diana Dearden y Verónica Uribe formaban parte del Banco del libro cuando decidieron aventurarse a crear libros para niños. Con 36 años posicionándose, los libros de Ediciones Ekaré forman parte de la memoria de muchas generaciones de niños y jóvenes en el continente. Su amplio catálogo cuenta con libros emblemáticos como El rabipelado burlado, Margarita, Niña Bonita o La calle es libre, traducido a once idiomas y expuesto en el 2014 en la New York Public Library como parte de la exposición “Why Children’s Books Matter”. Los libros de Ekaré han sido premiados en la Feria de Bolonia, The White Ravens, son incluidos en la lista IBBY o reseñados por importantes medios como The New York Times o El País. Su labor comprometida con la promoción de la lectura buscó, en primer lugar, tomar las tradiciones venezolanas y acercarlas a la infancia. Tema que aún mantienen vigente con la reciente publicación de La Sayona y otros relatos escrito por Mercedes Franco e ilustrada por Stefano Di Cristofaro. También crearon la colección Pikinini, enfocada a los bebés y en donde acaban de publicar este año Arepita de manteca de Rosana Faría. Sin embargo, no dejan de asumir riesgos con libros más contemporáneos como el recién Cuentos a patadas de José Urriola e ilustrado por Lucas García. De la misma forma los libros informativos de los dos últimos años de Inés Quintero sobre Caracas y Barquisimeto, ciudades de Venezuela, tratan de reconectar con nuestra cultura. Ekaré también fue pionera en la publicación de libros ilustrados de grandes autores internacionales, traducidos muchas veces por su propia editora, Carmen Diana Dearden.
Se mezclan nombres como Tomi Ungerer, Max Velthuijs, Chris Van Allsburg, Michael Rosen, Helen Oxenbury o Leo Leonni, entre otros. Por esa razón, desplegando el éxito alcanzado en el mundo de la edición infantil, Ekaré se triplicó. Ekaré Europa desde España a cargo de Pablo Larraguibel e Irene Savino busca una fórmula más experimental con las propuestas de Europa y el mundo. Ekaré Sur conducida por Verónica Uribe en Chile tiene la misma intencionalidad primigenia que en Venezuela: el encuentro con las tradiciones del Sur pero también con el arrojo de libros comoAl Sur de la Alamedade Lola Larra y Vicente Reinamontes, que ha sido ampliamente reconocido en diversas listas especializadas en el último año. Esto demuestra una labor que se multiplica en éxitos, comulgando estos tres sellos con un mismo discurso que busca la excelencia en la edición, la calidad literaria y la promoción de la lectura.
Playco con 24 años en el mercado, trata de mantenerse firme en su catálogo. Fundada por María Elena Maggi, uno de los referentes obligatorios en el mundo de la edición en Venezuela. En el catálogo de la editorial se mezclan libros que exploran la tradición oral así como textos informativos que apuntan hacia el constante acercamiento a la cultura del país. Llegaron a apostar por una colección de libros juveniles que no logró consolidarse. Recientemente publicaron el libro de La Gran inundación, inspirada en una leyenda indígena, en versión de Asmiro Abaduca e ilustrado por Walther Sorg. También presentaron un libro de fotografías sobre el Ávila, importante montaña e imagen de la ciudad de Caracas. Y lanzaron a la venta dos libros que completan una colección de conceptos en la introducción de los colores a los más chiquitos Cosas moradas y Cosas anaranjadas. De ellos se desprende el sello editorial independiente La Barca de la luna, que publica libros de pequeño formato, que apelan al juego para los niños dentro de las propuestas de diseño, con una reciente publicación de Ricardo Benaim titulada El vuelo que juega con el formato del libro pero que, además, se puede adquirir en un nuevo diseño como una pieza de colección mucho más costosa.
María Elena Maggi, por su parte, fundó la editorial Zaratán en 1993, con la intención de publicar libros con contenidos educativos para la infancia. De este sello, resalta la A la una la luna, cuidadosa selección de poesía para niños publicada en el 2007.
También presentaron un libro de fotografías sobre el Ávila, importante montaña e imagen de la ciudad de Caracas. Y lanzaron a la venta dos libros que completan una colección de conceptos en la introducción de los colores a los más chiquitos
Camelia es la adolescente del grupo. Lleva 16 años posicionándose de manera lenta pero contundente en el mercado de la literatura infantil. En su catálogo se persigue un juego más vinculado al trabajo de la edición y de concebir al libro como un objeto. Sus contenidos, más lúdicos y transgresores, tratan de conectar con el espacio creativo del niño. Javier Aizpúrua, encargado de una de las imprentas más importantes del país, se unió a la experiencia de la diseñadora gráfica María Angélica Barreto quien, además, había trabajado en Ekaré. Al comenzar esta aventura lanzaron, atinadamente, libros como Perro Picado donde da a conocer el trabajo plástico de Gerald Espinoza. Esta editorial apela, la mayoría de sus veces, a personas que están empezando en el mundo del libro: jóvenes diseñadores, artistas plásticos, ilustradores, escritores. Asume también el riesgo de las nuevas miradas de los jóvenes artistas como en el caso de la reconocida canción La Fábula de los cochinos de Rosario Anzola adaptado en el 2013 de forma lúdica por el potente ilustrador Yonel Hernández.
En el 2014, tras un poderoso esfuerzo debido a la crisis del papel, hicieron la nueva publicación deLa tía Bertade Felipe Márquez, uno de los importantes libros de su catálogo, reinterpretado por el ilustrador Jefferson Quintana quien, además, fue uno de los ganadores de la muestra plástica del Latin American Ilustration con esas imágenes.
Por otro lado, Azul y Rojo de Mireya Tabuas e ilustrado con las formas de Ricardo Báez y el color de Patricia Van Dalen, explora de forma lúdica y simbólica las brechas ideológicas de los venezolanos, punteando en temas contemporáneos y complicados de atender para la infancia.
CYLS EDITORES desde el 2004 se ha encargado de poner toda su fuerza editorial en la colección Clave, en donde se busca indagar de forma entretenida y, a la vez, educativa, en temas informativos que no se exploran ocasionalmente: la clonación, la virtualidad, la Fórmula 1; pero con una mirada y diseño siempre audaces y llamativos. Buscando la forma de alcanzar el interés de los niños y jóvenes en temas con muchas aristas curiosas. Con su colección “¡QuéDeQuién!” se busca que los más pequeños exploren en el universo de la biología: ¡Qué dientes! y ¡Qué patas! son sus títulos más recientes.
And Then Story Designers es un sello editorial que nace en el 2013. Su intención es tratar de darle un espacio a los libros digitales para niños. Menena Cottin y Alfredo Cottin, sus fundadores, ya venían trabajando en este reto con libros exitosos como El libro negro de los colores de Menena Cottin y Rosana Faría, publicado por Tecolote, editorial mexicana que también impulsa constantemente la publicación de autores e ilustradores venezolanos en otras fronteras. En el 2014, And Then Story Designers lanzó sus apuestas a los libros de conceptos para los más pequeños, en donde Menena cuenta con una amplia experiencia. Así fue que, con la publicación de Doble Doble ese año, la editorial recibió uno de las menciones especiales en el área de libro digital de los Bologna Ragazzi Awards.
Utopía Portátil es una editorial nacida en 2014, que apela a lo visual y artesanal. Procuran una acuciosa lectura de las imágenes sin descuidar las propuestas literarias. Intereses que también comparte Cristina Müller, reconocida ilustradora tanto a nivel nacional como internacional, y una de las fundadoras principales de la editorial. Juano escrito por Luis Cardozo Romero, es su primer libro. En este relato se busca acercar a los más pequeños a la aventura amorosa de un iguano que se pierde en imágenes de una selva figurativa creada por la joven y talentosa ilustradora Eddymir Briceño.
Lugar Común nace originalmente en el 2011 como iniciativa para estimular la cultura dentro del país y aprovechar el repentino auge del venezolano por reconocer lo propio como una alternativa. Ellos impulsaron un importante movimiento cultural, una librería y un sello editorial que le abre las puertas a nuevas voces. En medio de sus propuestas nace el sello Volare dirigido por Sashenka García, que buscaba dar un empujón a la edición infantil. Su primer y único libro hasta el momento: Ratón y vampiro escrito por Yolanda Pantin es un libro, anteriormente publicado por Monte Ávila, y que ellos retomaron con las nuevas ilustraciones de Jefferson Quintana y otras historias inéditas de este par de personajes. Incluir un cd con canciones referentes al libro y su posterior lanzamiento a las tablas les suscitó un desbordado éxito. Lamentablemente, mantienen tres libros represados por la escasez del papel, lo que ha logrado mermar el sello que apostaba ser un espaldarazo para nuevos autores e ilustradores del género en el país.
Becuadro nace en el 2009 con la intención de estimular la creación de diversos géneros: teatro, poesía, literatura en los libros para niños y jóvenes de Venezuela. Sus primeros riesgos fueron en libros con el formato de álbumes, apostando a una entrada por la puerta grande en el mercado editorial. Sin embargo sus libros aún requieren de un trabajo de edición mucho más acucioso. Uno de los grandes aciertos fue la elección de especialistas y jóvenes promesas en el área para el diseño e ilustraciones: Carmen Salvador, María Elena Repiso, Cynthia Bustillos o Luis Lestón, son algunos de ellos. El catálogo solo cuenta con tres títulos hasta el momento: El cazador de miedos, Mi amiga del tercer piso y Cuentos para crecer.
Existen otras editoriales independientes mucho más pequeñas, con un trabajo más complejo. Se trata de un trabajo de hormigas que generan un producto más humilde, de calidad, pero que pasa desapercibido. Entre ellas encontramos a Ediciones Florilegio, que estimula el juego como un deber ser del niño con libros de rimas o la creación a partir del arte del origami. Desde 1992, también está la editorial Siembraviva en la ciudad de Mérida, que apuesta a un vínculo entre lo ecológico y el arte, desarrollando libros artesanales que, además, remiten a un origen cosmogónico. Parte de su colección se remonta a esta herencia ancestral como ellos mismo lo catalogan. En 2005, resaltó el título Watunna: la canción del mundo de la cosmogonía yekuana. Niebla Editores con las biografías de personajes venezolanos dirigida a jóvenes, Artemis con sus publicaciones poéticas y oníricas o Rayuela con la publicación de reconocidos autores latinoamericanos. También está La letra voladora dirigida por la autora Laura Antillano en la ciudad de Valencia, y que coloca el énfasis en libros que hablen de la educación. Junto a estas, vale la pena nombrar las propuestas como la de los libros informativos de Libros Magenta o la trascendencia en autores venezolanos de María Di Mase que, aunque no pudieron resistir, fueron piezas importantes para este legado.
Esto, evidentemente, es apenas un arqueo. Quizás hayan quedado en el tintero algunas de las propuestas de hormigas que hacen un trabajo aún más humilde en la promoción de la literatura para niños en Venezuela. La intención no era solamente darlas a conocer, sino analizar la forma en que cada una se enfrenta a los cambios de un país que se acostumbró a vivir al día. Estas editoriales se siguen manteniendo con mucho esfuerzo tanto económico como humano pero, a pesar de las crisis, siguen buscando en la literatura los espacios para la reflexión de cara a las venideras generaciones.