Listamanía: seis ideas con seis libros que celebran el lenguaje
Juan Palomino, Letras al carbón
Que la literatura está hecha de palabras es algo que nos parece obvio pero muchas veces olvidamos. Gianni Rodari creó una Fantástica en la que reflejó los trucos "para poner en movimiento palabras e imágenes" y que tan bien nos lo contó en su Gramática de la Fantasía. Un libro que reflexiona sobre la imaginación y sobre técnicas para estimularla, pero también, y sobre todo, para convertirlas en un instrumento para la educación lingüística de los niños. Y son las palabras las que, utilizadas de manera creativa, crean literatura y hermosas historias que nos dejan imágenes perdurables. Rodari termina la introducción de su libro con un bello lema: "El uso total de la palabra para todos (...) no para que todos sean artistas, sino para que nadie sea esclavo". Y con esta máxima hemos seleccionado unos cuantos libros que ponen la palabra en primer lugar, que juegan con ella, que construyen con ella y la llevan a lugares que muestran una desbordante imaginación.
Lo original
Achimpa, de Catarina Sobral (Trad. Tiago Tenuta y Paula Pérez, Editorial Limonero)
Un investigador descubre una palabra hasta entonces desconocida: achimpa. ¿Desconocida? Una señora mayor le asegura que se usaba mucho y, de repente, en toda la ciudad se escucha de nuevo. "Al parecer, se achimpaba, siempre se había achimpado y se achimparía mientras el mundo estuviera poblado". Para salir de dudas, achimpa se empieza a escuchar como verbo ("achímpalo!"), como sustantivo (¡qué achimpa!), como adjetivo ("achimpadísimo") y hasta adverbio ("achimpadamente"). Un mundo nuevo y lleno de significados se abre el lector con este libro de la ilustradora portuguesa cuyas ilustraciones se achimpan perfectamente al texto. Un libro que nos devuelve la diversión de los primeros balbuceos sin sentido, la creación libre de palabras y significados y muestra cómo la lengua es algo vivo.
Divertirse
Un hoyo es para escarbar. Diversión es lo que propone este pequeño librito publicado originalmente en 1952 por Ruth Krauss e ilustrado por el joven Maurice Sendak (Kalandraka. Trad. de Miguel Azaola). Un libro que hoy en día está editado con cuidado y conservando el estilo antiguo y elegante de las primeras ediciones. Un primer libro de primeras definiciones dice el subtitulo. Y, nada más alejado de la realidad de las definiciones, algunas como esta que abre el libro: "El puré de patata es para que a todo el mundo le den de sobra". Con este comienzo se puede seguir preguntando: ¿y para qué sirve una cara? ¿y un perro? ¿y el suelo? ¿y el barro? Un libro que mira el mundo con los ojos de los niños. Una escalera no será siempre para subir sino tal vez para sentarse en ella y jugar, y desde luego, un agujero es para mirar dentro de él y un hoyo para escarbar.
Inesperadas situaciones que nos invitan a pensar en lo que es una definición y en los diferentes significados de una palabra. Las ilustraciones de un joven Sendak llenas las páginas con niños felices que disfrutan de su infancia.
Recordar
De dónde vienen esas voces es un libro que rastrea la historia en busca de esas canciones que acompañan a la infancia y le dan significados nuevos a los juegos. Lucila Carabelli ha elegido momentos culturales en América Latina para explicar algunas de sus costumbres. El carnaval, los cantos a la muerte, las voces indígenas, las coplas, los bailes cantados, y todos aquellos ritmos latinoamericanos presentes en diferentes lugares. En el libro, además de las letras, nos cuentan la procedencia, los lugares donde se cantan y hasta su significado. Las ilustraciones de Mariana Ruiz Johnson dan color y ritmo a este volumen que se puede leer de a poquito, mientras se busca la música original, o leer de una vez por su buen diseño y las ganas de saberlo todo.
Dicen que el ají chiquito,
pica más que la pimienta,
pican más las malas lenguas,
que sin preguntar le cuentan.
Inventar
Jugar con el lenguaje tiene también la posibilidad de inventar. Y eso es lo que hace la protagonista de El maravilloso mini-peli-coso (Combel) cuando su hermana le dice que es el cumpleaños de su mamá y la llama así: mini-peli-coso. Mientras recorre la ciudad buscando algo parecido a lo que debería ser su regalo, el peli-coso no aparece por ningún lado. Ni peli-coso, ni pelidoso, ni pipisoso, ni otras rarezas parecidas. En cada tienda le regalan un objeto para que se consuele un poquito, pero ella usará estos regalos para conseguir, finalmente, un peli-coso auténtico con el que va a tener una vida más entretenida. Y, desde luego, la madre está igualmente encantada con esa especie de muñequito peludo. Tanto el texto como las ilustraciones de Beatrice Alemagna nos hacen sintonizar con esta protagonista ingenua e imaginativa, capaz de inventar con palabras un mundo nuevo rebosante de color. (Combel, trad. de Bel Olid)
Jugar
Es lo que hace Nono Granero en La historia extravagante de Hipo & Gavante (Canica Books). Una historia con palabras incompletas que el lector tiene que adivinar para darle significado a la historia. Con apenas unas letras (abu) y una ayudita en la ilustración donde se define con letra muy pequeñita la palabra que hay que adivinar, los lectores van completando la historia. Que cada palabra incompleta vaya recorriendo el abecedario y consiga tener palabras con la ñ, la y, la w o la x es todo un reto. La historia del encuentro de Hipo y Gavante es, además, divertida y un tanto estrafalaria, casi casi como esta propuesta de jugar a buscar palabras mientras se construye el significado de esta historia llena de encuentros, enfados, tropiezos, alegrías y grandes amistades.
Crecer
Letras al carbón, de Irene Vasco con ilustraciones de Juan Palomino (Editorial Juventud)
es mucho más que una historia. Como relata Irene Vasco al final de su libro, los batallones de formadores que llegaron a zonas colombianas remotas pobladas por comunidades afroamericanas donde la oralidad era lo más importante, consiguieron que letras escritas en cualquier parte -incluidos sacos de harina- formaran parte de su cultura. En Palenque transcurre la historia de este libro, debida, como dice su autora, a las tantas mujeres que escuchó. Y así es como en este relato una niña observa las cartas imposibles de descifrar que recibe su hermana. Cartas de amor que ella le ayuda a descifrar cuando se pone a la tarea de aprender a leer, aunque sea demasiado tarde para ese amor. Los amores, pasan, la letra, se queda para siempre. Gina consigue aprender a leer y hoy representa a una de las tantas mujeres de Palenque que leen en voz alta a su comunidad las hermosas historias que llegan con los libros. Un libro ilustrado con cariño por Juan Palomino, generoso en sus colores y retratos que conmoverá a muchos lectores.