Listamanía: ¡LIJ en la cocina!
Julie Morstad
Ahora que está tan de moda ser chef o, al menos, expertos en la cocina... ¿dónde están los libros que acompañan este furor? La verdad es que hay bien poquitos, pero no hemos querido pasarlos por alto porque nos gusta también encontrar en los libros para niños ese gusto por la comida. Quisiera recomendar cuatro libros aparecidos recientemente que conjugan historias, recetas y curiosidades en torno a eso que cada día nos sienta a una mesa y conforma nuestra cultura.
Dos de estas novedades pertenecen a la editorial argentina Periplo, una pequeña editorial independiente que ya me sorprendió con su libro Amarillo limón el sol. Manual para cocinar con niños y que ahora ha publicado dos títulos nuevos. Eloise Alemany, la editora, cuida un catálogo delicado en torno a temas de comida que recibe variadas influencias, como ella misma, que nació en Japón, es francesa por herencia familiar y argentina por adopción.
Una de esas novedades es Diez gotitas de azar. Leyendas de recetas accidentadas escrito por Melina Barrera, periodista especializada en gastronomía, e ilustrado por Miren Asiain Lora. Melina Barrera ha elegido de manera muy acertada diez leyendas de todo el mundo que justifican la creación de originales comidas y bebidas. No hay país que se libre de un cocinero despistado, como en Francia con la tarta Tatin y una mujer distraída mirando un pájaro, o el monje que reza y se despista en un convento de Puebla.
Mi historia favorita es la de la sopa paraguaya que se sirve en porciones y se debe, también, a la distracción de una cocinera echando demasiada harina a una sopa "de toda la vida". Muchas de estas confusiones han derivado en deliciosos platos, como el dulce de leche, el risotto al azafrán o los crepes Suzette. Seguro que hay muchos errores que convirtieron los platos en alimentos intragables, pero los que se cuentan aquí están descritos con tanto encanto y relatados como historias para todas las edades, que ya nos gustaría que, mientras se nos quemara algo en la cocina, estuviéramos haciendo historia. Cada leyenda se acompaña de una nota histórica y una receta, por eso de no quedarnos con las ganas de probar lo que tan ricamente se describe. Las ilustraciones de Miren Asiain Lora son contenidas, deliciosas panorámicas con grandes espacios donde los ambientes de época nos devuelven la leyenda convertida en una postal.
El momento de la sopa paraguaya
El otro libro de Periplo que se acaba de publicar es:Julia Child de la escritora Kyo Maclear e ilustrado por Julie Morstad (Traducción de Inés Garland). Al principio pensé que se trataba de una biografía para niños sobre la genial chef norteamericana, pero en la primera página ya aclaran que no tiene nada que ver. Mirando la letra pequeña veo que el título original es Julia, Child y hace un divertido juego de palabras con Child (niño) y el apellido de la chef. En fin, aclarado este punto, el libro es una historia de amistad entre dos niñas que tiene como hilo conductor el gusto de ambas por la cocina. Sus preferencias, diferencias y maneras de relacionarse funcionan como una alegoría de lo que es la amistad y cómo entender una manera de ser y estar. Las dos niñas cocinan para adultos que se muestran ansiosos y egoístas, y parecen haber olvidado lo que son los pequeños gestos de la infancia.
Las ilustraciones tienen un delicioso aire retro, con los colores pastel, los dibujos no siempre coloreados y el foco puesto en estas dos encantadoras niñas que van vestidas a la francesa y se mueven delicadamente en las páginas entre perejiles, baguettes, mantequilla y aromas de sus platos. Un libro delicioso.
El tercer libro recomendadísimo esAventuras y desventuras de los alimentos que cambiaron el mundo, un riguroso trabajo de investigación de Teresa Benéitez quien inaugura aventura editorial con este libro. Teresa es periodista y, con este libro, se ha inmerso en una amplia investigación sobre cómo algunos alimentos han viajado por el mundo modificando costumbres, cambiando alimentaciones y participando incluso en la historia de los paises. Lo que me encanta de este libro son los dos grandes apartados: alimentos que se llevaron a América, y Alimentos que se trajeron de América, creando un rico diálogo entre continentes y países. Entre los primeros figuran el trigo, el olivo, el arroz, la vid, el café, la caña de azúcar, el plátano y la pimienta. Entre los que vinieron de América está el maíz, el pimiento, la patata, el cacao, el tomate, la vainilla y la alubia. Viajes sin duda sorprendentes (¿quién no piensa más bien que el plátano y el café vinieron de allá?). Cada alimento incluye un texto que se remonta a los orígenes del uso y su uso en diferentes comunidades. Una receta, alguna curiosidad, citas y datos científicos complementan este documentado libro que no sería lo que es sin las ilustraciones y el estupendo diseño de la ilustradora mexicana Flavia Zorrilla, que aporta color, dinamismo y alegría a estas páginas cargadas de buenos textos. Un libro que interesará por igual a niños y a adultos, y que durará muchas lecturas, ojalá compartidas.
El último libro que traemos a esta "cocina" es un divertimento del narrador Pep Bruno y la editora de A Buen Paso Arianna Squilloni.Buñuelos de Huracánnació, según Pepcuenta en su página, de un tuit con un microcuento que leyó Arianna y le pidió desarrollarlo en un libro.
Logró meter huracanes en buñuelos de viento. Quienes los comían cerraban los ojos y con cada bocado soñaban naufragios y aventuras.Este es el microcuento y el sugerente inicio de una aventura que dio pie a la ilustradora Carla Besora para desarrollar un librito con forma de caja de buñuelos donde esas aventuras se desatan por caminos insospechados: caminos literarios, lúdicos e inesperados. Un juego surrealista y disparatado de imaginación y alegría. Porque hay naufragios que son escapadas a lo impensado y porque la imaginación no tiene muchos límites. Este juego a tres bandas (porque seguramente Arianna jugó su parte) ha dado como fruto un libro curioso y casi sin palabras, lleno de luz, color y vida, plagado de guiños para aquellos que se tomen el tiempo de mirarlo con calma y, sobre todo, tanto en tan poquito: como un buñuelo. Y ya quisiera yo ir un día a una pastelería y que me tocara uno de estos dulces.