Listamania: 7 libros sobre la creatividad
La creatividad: ¿se nace con ella o se hace? La capacidad para crear parece ser algo innato en la humanidad: desde pequeños miramos y componemos el mundo con la imaginación y, sin embargo, algo pasa por el camino que la limita y necesitamos volver ejercitar ese músculo. En los últimos años se ha puesto mucho el foco en recuperar esta capacidad, pues parece que es necesaria para muchas cosas: desarrollar nuevas ideas a partir de conceptos conocidos significa, para entornos educativos o económicos, muchas posibilidades para explorar el arte o, simplemente, nuevos emprendimientos. Muchas de las aplicaciones que usamos en nuestros teléfonos móviles provienen de esta creatividad, por citar un pequeño ejemplo. Esta moda o necesidad, ha llegado también a los libros para niños que se basan en el juego y la creación. Y en estos días de confinamiento hemos visto muchas propuestas para entretener a los pequeños. La mayoría de ellas, sin embargo, se han limitado a crear plantillas para colorear, o hacer actividades muy dirigidas. Tenía hacía algún tiempo unos cuantos libros infantiles que buscan propiciar la creatividad, y me parece que es el momento idóneo para hablar de ellos.
Una de las cuestiones que me han llamado la atención es la ausencia de creatividad en los propios libros que hablan de creatividad: en algunos casos hay juegos con el diseño, o tal vez el formato, pero el interior prefiere quedarse en un escenario conocido.
Los librosLaboratorio portátil de escritura,de Raquel Díaz Reguera (Tres Tristes Tigres); yA (f)Juego lento de Mar Benegas con diseño de Carlos Rubio (Litera), apuestan por convertir los libros en cartillas donde hay que escribir en sus páginas, un detalle que no contempla el error (¿qué pasa si tengo que tachar varias veces?), algo muy frecuente en los procesos de creación.
Sin embargo, esos dos libros cuentan mucho sobre los procesos de escritura. El primero, que hay que leer de manera ordenada de principio a fin, plantea diferentes juegos para saber crear un personaje, un escenario para la historia y utilizar diferentes recursos lingüísticos (adjetivos, sinónimos, etc.) en una historia que, a la manera de los Ejercicios de estilo de Raymond Queneau, nos permite hacer muchas variaciones de un mismo relato. El libro, además, incluye algunas curiosidades y, ya al final de sus páginas nos anima a escribir usando diferentes narradores, u otros formatos como el epistolar, escribir anónimos o usar los cuentos tradicionales para darles la vuelta.
En el segundo, la propuesta es crear poetas y el libro despliega decenas de ejercicios basados en lo que es un buen poema: comparar, las metáforas, el ritmo, los pareados, reconocer fórmulas, saber contar los versos, mirar lo cercano para inspirarse, etc. Un libro que puede ser de mucha ayuda también a los mediadores que podrán familiarizarse con los recursos poéticos y cómo funciona la escritura (y lectura) de un poema.
Confieso que soy un poco reacia a los libros de fórmulas preconcebidas: si en un libro me dicen que tengo que hacer listas, o recolectar cosas, o hacer mapas visuales, huyo de ello, aunque lo esté haciendo habitualmente. Los libros de Keri Smith (la autora de Rompe este diario) me llevan a fórmulas, que son las de su autora. Y no me creo un pelo cuando alguien como Joseph Beuys dice que "todo ser humano es un artista". Quizás, en potencia, puede ser, pero habrá muchos más factores que influyan como querer dedicarse a ello, o tener un entorno que lo aprecie.
Otro libro que está en la mesa tiene un título prometedor: Cocina tu cuento favorito de Consuelo Digón y Cintia Martín (Ediciones Tralarí). Lo de la cocina parece ser la analogía más recurrente (en el libro de Mar Benegas también se hace referencia). En este caso, la propuesta es combinar diferentes imágenes y textos para obtener numerosas historias. En un libro donde las páginas están cortadas para permitir este baile creativo donde prima lo lúdico, lo inesperado y la sorpresa. Ya que las historias están terminadas, cocinar, lo que se dice cocinar, se hace poco, pero sin duda es un libro que tiene cierta gracia y las combinatorias de historias, tal vez, animen a más de uno a ponerse su propio delantal.
La editorial Coco Books se ha especializado en libros con propuestas gráficas muy refrescantes, libros en lo que el diseño y los colores son los protagonistas y muchos de sus libros buscan a estos lectores a los que les atraen la vida moderna, urbana y actual. En su catálogo encontramos varios libros que invitan al dibujo y dos de sus libros recientes ponen el foco en ello. En Estás aquí. Un libro interactivo de la tierra de mapas y mundos, de Robin Jacobs con ilustraciones de Kathrin Jacobsen (traducción de Elena Marti), el recorrido se inicia en la habitación de cada uno para ir expandiendo la mirada a lo que nos rodea, al mundo, y el universo. Es un libro que combina páginas para crear con otras para colorear y da pistas sobre cómo leer un plano, orientarse en una ciudad, ofrece diferentes mapas mundi e incluye juegos con palabras (cómo se dice "hola" en muchos idiomas, o el significado de algunos nombres). Un libro cuyo foco es un niño urbano, que vive en una ciudad y se puede interesar por el resto del mundo, incluidos los océanos donde el autor no puede evitar el momento "ecológico" contando cómo el plástico está destruyendo la vida oceánica. Es una pena que este momento no se extienda a la contaminación en las grandes ciudades, la basura urbana, o incluso la penosa política en muchos de los países que aparecen. Todas las páginas son para colorear y dibujar, creando cada uno su propio libro del mundo.
El otro libro es de corte más filosófico: Encuentra tu creatividad, de Aaron Rosen y Riley Watts, con ilustraciones de Marika Maijala (trad. de Alicia Rodríguez) propone una reflexión sobre dónde es posible encontrar la creatividad y comparte con los lectores momentos donde han aparecido ideas geniales, o maneras de observarse en diferentes momentos del día: al despertarse, al dar un paseo, al vestirte para mostrar tu estado de ánimo, al comer o incluso jugando. Más allá de momentos donde los autores piden escribir algo, se trata de un libro para pensar juntos en esas ideas que aparecen, en mirar alrededor para captar ese instante creativo.
Los últimos dos libros de la lista son esencialmente distintos. No tienen dibujos a todo color. No tienen un tamaño grande. Incluso no están dirigiéndose a un público infantil. Sin embargo, estos dos pequeños libros contienen mucho sobre la creatividad y sus procesos. Uno es La mirada creativa de Peter Jenny (trad. Ainhoa Rebolledo) publicado por Gustavo Gili, una editorial que lleva algunos años reorientando su catálogo a libros DIY (Do It Yourself, o Hazlo tú mismo). Peter Jenny es profesor de diseño visual y propone 22 ejercicios para volver a mirar. Para Jenny el escenario es la mente y busca usar la imaginación para crear en entornos pequeños y con objetos que tenemos a la mano, como un rallador de verduras, un trozo de papel. Para él estos objetos están llenos de belleza con los que se puede plasmar el pensamiento visual. En su prólogo dice: es importante pensar en la predisposición que tienen los niños, completamente distinta a la nuestra, la de los adultos, al alimentar su imaginación. Tal vez por esta mirada hacia la infancia, sea un libro que podemos utilizar con los pequeños: para ayudar a desarrollar esa predisposición. Sus técnicas son sencillas: arrugar, calcar, contornear, salpicar, fijarse en las manchas de las paredes o en las formas de las nubes, usar las manchas de café o incluso las líneas de la mano. A partir de estos pequeños recursos, propone amplificar sus resultados, manipularlos para llegar a formas inesperadas.
El último libro es de la gran Kveta Pacovská, Fragmentos de mis pensamientos publicado por Bonito Editorial (trad. Demetrios Brinkmann). Una edición bilingüe inglés/español donde la autora comenta qué pasa por la cabeza de alguien que crea. Ilustrado en blanco y negro (ella casi nunca usa el negro en sus libros), parece decirnos con este color que se adentra en sus pensamientos, en esa zona fronteriza con el sueño donde no hay colores, solamente formas y sensaciones. Las gruesas páginas de este pequeño libro, casi objeto, nos cuenta qué es hacer un libro para ella, qué materiales usar, cómo es su proceso de pensar e imaginar, de explorar formas y materiales para concretarlos en ese objeto que será un libro ilustrado. Un libro que es una arquitectura, pero también una escultura. Intento ampliar el espacio del libro en una tercera dimensión, en nuestros pensamientos y a veces también en algo real. Hay algo que dice en estas páginas que nadie comenta en los libros anteriores: el derecho (y el deber) a equivocarse: A veces trabajo todo el día o a veces toda la semana y no consigo quedar satisfecha. Así que cojo unas tijeras y recorto por encima de todo y otra vez me quedo descontenta. Así que lo pego y compongo todo de nuevo.
No es un detalle banal. Bruno Munari, que ya exploró temas relacionados con la creatividad en su libro Fantasía (Gustavo Gili, trad. Bernardo Moreno) se inspiró mucho en la infancia para sus propias creaciones y uno de los aspectos que le parecen básicos es la capacidad de destruir lo creado, ese jugar en serio donde lo importante no es llenar una página, sino el proceso. No es el objeto lo que se debe conservar, sino el modo, el método proyectual, la experiencia modificable lista para seguir produciendo según se vayan presentando los problemas. La mente debe ser rauda, libre y elástica, no debe conservar ningún modelo salvo con fines de índole cultural o de estudio.