Listamanía: 5 Grandes libros para grandes días
Tania Val de Lumbre. Il. Z.Celej
Ya casi casi comienzan para muchos niños las vacaciones. Las de navidad son un tiempo muy especial: de espera y de paciencia, de ilusión y también de encuentros familiares. En unos lugares hace frío y se pasa tiempo dentro de la casa, y en otros el calor obliga a buscar playas y sitios para refrescarse. Pero en todos, en todos, habrá tiempo libre y la posibilidad de tener durante todo este tiempo un libro gordo y grande para leer. Un libro que conecte a los niños con la fantasía, como lo hace la vida real permitiéndonos creer en cosas que no existen del todo...
Para estos días y para aquellos adultos que se animen a organizar un tiempo de lectura durante las vacaciones, van estos buenos libros para tener momentos inolvidables. Recomendamos esta selección para niños de ocho años que ya saben leer y están buscando buenas historias. Y, en todos los casos, son deliciosos libros para ser leídos en voz alta cada noche
Otto es un rinoceronte. Tarzán de goma (y varios más) de Ole Lund Kierkegaard (Sushi Books).
El primero de todos (y son varios) es el rescate que la editorial Sushi Books ha hecho de los libros del escritor Danés Ole Lund Kirkegaard, fallecido tempranamente a los 38 años pero que nos ha dejado una serie maravillosa de libros con inolvidables aventuras de niños. Son nueve los títulos disponibles y algunos de ellos ya tuvimos la oportunidad de leerlos hace años en la colección Alfaguara Infantil. Llegan nuevamente libros como Otto es un rinoceronte donde al irreverente protagonista, Topper, se le ocurre dibujar con su lápiz mágico un rinoceronte que enseguida cobra vida y trastoca la vida de un barrio entero. Otro de mis libros favoritos es Tarzán de goma. Recuerdo haber leído este libro a un niño de 5 años durante unas vacaciones y no había momento más emocionante que la llegada de la noche para conocer qué pasaba con ese niño del que todos se burlaban en la escuela pero al que no le importaba nada porque su héroe, Tarzán, le daba aliento en cualquier circunstancia. Mucha acción y mucha diversión en las historias de estos niños que hacen un poco lo que les da la gana, en especial cuando los adultos no están pendientes de ellos. Todo un mundo gamberro que divierte a los niños y les muestra que la vida, a su manera, también existe en los libros. Lo bueno de leer uno de estos libros es que nos dan ganas de seguir leyendo otros más. Y, por suerte, hay hasta nueve que pueden durar, tranquila y felizmente, todas las vacaciones.
El dragón de papá. Ruth Stiles Gannett. Ils. de Ruth Chrisman Gannet. Traducción de Marta Alcaraz. (Turner)
El Cuarto de las Maravillas es la nueva colección infantil de Turner y es una maravilla que hayan comenzado con un libro publicado en 1948 que todavía hoy se lee con encanto. Premio Newberry y A.L.A Notable Book, en esta historia Elmer Elemento sale de viaje un día en busca de un dragón con la promesa de que, si consigue salvarle, le ayudará a cumplir su sueño de volar. El dragón está medio esclavizado por una panda de animales que lo usan para cruzar un río. Así que cuando Elmer llega a la Isla Salvaje deberá primero ir sacando del camino a fieras como un león, un tigre, un rinoceronte y varios monos. Elmer ha tenido la precaución de llenar una mochila con cosas inútiles pero que le servirán como objetos mágicos para liberar al dragón y hacerse su amigo. Y, claro, volará. Un libro que resulta bellísimo para leer en voz alta pues cada capítulo se cierra con algo que nos deja intrigados "el barco zarpó a la mañana siguiente, muy temprano", o "y entonces empezó a tener problemas de verdad". Un niño independiente y arrojado a quien no le importa decirle a su madre que se va en busca de sueños, y una edición preciosa de tapa dura que nos lleva a una época donde un cuarto de las maravillas era, simplemente, un buen libro.
Los incursores. Mary Norton. Traducción de Héctor Silva (Blackie Books)
Seguimos con los rescates y nos da mucha alegría tener este volumen donde se reúnen en realidad dos libros: Los incursores, y Los incursores en el campo. Un libro para no salir de él en todas las vacaciones. Premio Carnegie Medal en 1952 y de rica lectura todavía hoy por su prosa elegante y vivos diálogos. Sí, hay mujeres que hacen ganchillo, escriben diarios, y viven en viejas casas tranquilas en el campo. Pero son mujeres que cuentan maravillosas historias, como la de Arrietty que vive con sus padres bajo el suelo de una casa de campo. Porque no todos los días te cuentan la historia de unos seres diminutos que reproducen a escala pequeña la vida humana y necesitan vivir cerca de los humanos porque sus "cosas pequeñas" les vienen muy bien: agujas, botones y otras cositas con las que se defienden, montan sus hogares y les ayudan a explorar los de los demás. Los incursores es una bella metáfora de la vida más allá de la nuestra que nos recuerda a los seres mágicos de los cuentos de hadas, hasta el día en que deben encontrarse con los humanos. Este libro inspiró la película de Hayao Miyazaki, Arriety y el mundo de los diminutos.
El mundo de Sofía. Novela sobre la historia de la filosofía. Jostein Gaarder. Trad. Kirsti Baggethun y Asunción Lorenzo (Siruela)
Más de 20 años tiene este libro y lo reseñamos porque la colección que lo acogió entonces está celebrando sus años de plata y lo reedita con el cuidado que le caracteriza. Un libro extraordinario e innovador pues divulgó de una manera muy acertada la historia de la filosofía de la mano de una niña, Sofía, que recibe cartas donde le van contando cosas sobre las preguntas que el hombre se ha hecho a lo largo del tiempo. Sofía también irá indagando en sus propias inquietudes mientras crece y comienza a hacerse preguntas fundamentales. Si, es un libro grande en tamaño y ambición, pero el éxito de este libro entre lectores de muchas edades fue hacer asequible la historia de la filosofía y su relación con el devenir humano. Gaarder consiguió derribar el mito de que la filosofía es difícil pues el didactismo con que emprende su tarea y la facilidad con que pone a una niña de 14 años a pensar en todo ello, creando un ambiente propicio a la lectura y la reflexión, son sus mayores méritos.
Tania Val de Lumbre, de Maria Parr. Ilustraciones de Zuzanna Celej y traducción de Cristina Gómez-Baggethun (Nórdica)
¡Este sí que no es ningún rescate de otros tiempos! Pero estoy segura de que la escritora noruega Maria Parr leyó en su infancia las historias de Pippi Calzaslargas, las de Kirkegaard y otras grandes historias con niños independientes. Porque en su libro hay se perciben homenajes a una literatura que celebra la mirada infantil y sabe acompañar sus inquietudes y deseos. Maria es una niña medio huérfana (con padres felices, si, pero con una madre que pasa mucho tiempo en Groenlandia y un padre que dice la suelto por la mañana y cruzo los dedos para que vuelva por la noche) que vive en un pueblo donde no hay niños y su amistad más preciada es con el viejo Gunnvald. Tiene una guerra secreta con Klaus Hagen, el dueño de un camping en el que están prohibidos los niños y su mundo queda reducido a veces a montar furiosamente en trineo o bicicleta y mirar con cierto desparpajo ese mundo de adultos en el que le ha tocado vivir. Su lema (que ya he hecho mío es: "velocidad y autoestima") le permite enfrentar situaciones de lo más singulares. Como cuando llegan niños de la ciudad a ese lugar extraño donde los viejos hacen bizcochos, hay tías que cazan ciervos (y van en vespa) y no hay un atisbo de violencia ("solo pegamos pegatinas"). Lo maravilloso del libro -además de diálogos estupendos y un estilo muy cómplice con Maria- es que esta niña vive en un mundo de adultos donde, poco a poco, comienzan a aflorar secretos, tensiones y asuntos que no parecen tener solución pero donde ella toma valientemente decisiones para cambiar las cosas. Y ya lo creo que lo hace. Y qué buen final, al estilo de las grandes historias, con lagrimeo incluido. Un libro maravilloso que concentra su mirada en una niña: en sus sueños y deseos, en su manera de ver el mundo y comportarse ante él. Un mundo, también, lleno de amor y respeto donde los niños "no tienen la culpa de lo que les pasa a los adultos" pero al que se les permite entrar para, con su ingenuidad y tesón, cambiar unas cuantas cosas.
Tania Val de Lumbre, Il. Zuzanna Celej
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