Esta carta tiene que ver con el proyecto que estoy escribiendo de Mujeres y Literatura Infantil y que, a mediados de este mes, con gran ilusión, espero entregar a la editorial. Hay muchísimas mujeres que han escrito, editado, promocionado, otras que han sido fotógrafas, poetas o se han aventurado por temas como el realismo crítico. Dentro de mi índice están aquellas que han sido diseñadoras y otras que trabajaron la no ficción. Y hay una figura sobre la que no me puedo extender demasiado en el libro que hizo las dos cosas, y por eso esta carta es un homenaje a su trabajo.
La mujer se llamaba Marie Neurath. En realidad, su nombre era Marie Reidemeister y nació en Alemania en 1898. Estudió matemáticas y física, pero complementó estos estudios en la escuela de arte. Antes de graduarse viaja con un grupo de estudiantes a Viena donde Otto Neurath trabajaba en el Museo Social y Económico (sí, en los años 20 del siglo pasado había este tipo de museos). La idea del museo era comunicar a un público amplio el programa de reforma social de la ciudad. Enseguida consideró mudarse a Viena impresionada por la metodología del museo, pero también por la oferta que Otto le hizo de formar parte del equipo. Como ella dijo después de ver una exposición sobre las cinco grandes ciudades de varios países: «No fue tanto por el modo de presentarlas sino por cómo se formuló la pregunta: la idea de mostrar las cinco ciudades más grandes permitía decir mucho sobre la historia y el carácter de cada país». Se graduó a mediados de febrero de 1925 y el primero de marzo ya estaba instalada en Viena.
Hay que decir que es una época en la que la pluma y la tinta, así como un repertorio muy limitado de recursos técnicos (incluida la falta de cartulinas de colores), papel carbón, lápices y hojas cuadriculadas, eran las herramientas básicas en un momento en el que las estadísticas consistían, simplemente, en líneas ascendentes y descendentes. Para ellos, el trabajo con el color era fundamental para trasladar volúmenes de datos a una forma visual comprensible y crítica. Ella siempre se llamó “transformadora”, quizás por esa novedad de modificar números en elementos más comprensibles utilizando de manera dinámica los colores atribuyéndoles un rol más pedagógico. Analizar, seleccionar, ordenar y hacer visuales ciertas informaciones, datos, ideas e implicaciones dan una idea del diferente proceso actual de hacer una infografía.
Trabajar en el museo le permitió tener de primera mano las opiniones de los visitantes, grupos escolares en su mayoría, con los que conversaba para depurar y mejorar sus imágenes. Quizás ha llegado el momento de decir que esas imágenes con datos fueron definidas por Marie como Isotipo (Isotype). La “Viena roja” del momento supuso un problema para el proyecto, Otto y Marie se mudaron a La Haya «unos años marcados por la extrema pobreza», para viajar posteriormente en un barco a Gran Bretaña cuando la llegada de los nazis a Holanda ponía en el punto de mira al judío Otto. Una anécdota que muestra el carácter de él. Cuando iban a embarcar, dijo: «Si no encontramos un barco, me subo a un trozo de madera». En Oxford, y ya casados, fundaron el Isotype Institute y la temprana muerte de Otto en 1945 hizo que Marie se dedicara a publicar trabajos de su marido y terminar proyectos que había comenzado.
Una parte de los proyectos de Marie fue hacer colecciones de libros informativos para niños como la serie Visual History of Mankind [Historia visual de la humanidad]. Máquinas, viviendas, la vida en otras culturas (como la serie: They Lived Like This), le permitían innovar en esa forma de percibir los datos para mejorar la educación visual y, sobre todo, poner a pensar a quienes los leen o los miran. A propósito de esta última serie, dijo: «El modo de vida de los hombres era mostrado a través de sus propios medios de representación: los sellos de cilindro, las pinturas murales egipcias, o incluso la pintura en vaso griega y creta; las formas chinas, japonesas y mexicanas eran introducidas como medios, y la palabra “arte” nunca se mencionaba».
Los ochenta libros que Marie Neurath publicó con el Instituto fueron tremendamente innovadores en la representación gráfica de la ciencia: con el “cuchillo mágico” dividía los objetos que quería mostrar por dentro (un edificio, el interior de un huevo, una ciudad y su vida subterránea), con los colores y las formas, invitaba a mirar de una manera crítica la información. Las secuencias, la comparación, el acercamiento visual a detalles, eran recursos raramente aplicados a los libros informativos. Para Marie la información era enunciativa (todo se relaciona de manera simple), humanizada, con un pie en la participación ciudadana ante temas complejos, proponiendo cadenas de razonamiento visibles y sin tratar de transferir información sino investigando cómo satisfacer las preguntas de los pequeños.
En 1971 donó todo el material a la University of Reading, pero hasta los años noventa no se descubrió la aportación de ella por parte de estudiantes de diseño. El tipófrago Robin Kinross, en el último año de la vida de Marie (1989) consiguió reunirse con ella para realizar un libro, en mi edición francesa, Le transformateur. Y en 2019 se inauguró una amplia exposición con sus trabajos en libros infantiles y que puede verse aquí.
Para quien quiera saber más, hay un estupendo artículo en la revista Trama & Texturas Nr. 48 de Jason Forrest (El legado oculto de Marie Neurath) lleno de curiosidades y anécdotas. Por su parte, Otto Neurath escribió una deliciosa y original “autobiografía visual”, From Hieroglyphics to Isotype donde cuenta en el primer capítulo, cómo con cuatro años comenzó su aventura visual con un sencillo scrapbook.
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Un último recordatorio antes de despedirme sobre el Club de Lectura por Correspondencia: comenzamos el 8 de octubre y ¡todavía puedes apuntarte!: Aquí tienes toda la info.
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¡Nos vemos en noviembre! Gracias por leerme, ya sabes: comenta, comparte, corazonea…
Muchas gracias Ana, tienes razón, es magia pura. Estos descubrimientos que nos acercas son una maravilla. Me siento como una niña descubriendo estos libros. ¡Qué gozada!
Que historia tan interesante. Un deleite siempre descubrir tus reveladores hallazgos. Y desde ya ansiosa por leer pronto tu libro y sumergirme en esa colección de mujeres y sus historias. ¡Gracias Ana!