Grandes fotógrafos que han hecho libros para niños
It is hard? It is easy? M. McBurney
Se ha escrito poco sobre fotografía y libros para niños. En realidad, prácticamente nada. Me sorprende que, viviendo en un mundo tan lleno de imágenes fotográficas, haya tan pocos libros para niños que quieran explorar esta estética. Yo creo que es porque estos libros tienen que hacerlos los fotógrafos y, probablemente, anden en otras cosas que pensando en hacer libros, quizás, menores en su trabajo. Sin embargo, revisando un poco la historia de la fotografía aparecen muchos libros de gran calidad que han marcado una excelente pauta. Libros divertidos, conceptuales, vanguardistas, realistas, con fotomontajes, libros que planteaban estéticas inesperadas, convirtiendo una foto en una manera de percibir el mundo. Y en esta entrada me gustaría rendirles un modesto homenaje.
Uno de los editores franceses que ha publicado libros de fotografía, Thierry Magnier, decía: La imagen siempre ha estado muy relacionada con la mentira. Y jugar con eso me parece, por una parte, muy infantil y, por otra, muy interesante.
Es inevitable comenzar con las vanguardias, con Alexander Rodchenko y su libro Animales animados (Gustavo Gili). En 1924, interesado como tantos artistas en poner su arte al servicio de los niños, en este libro ofrece perspectivas inusuales con escenarios en los que jugaba con la luz así como con los efectos ópticos.
Unos años más tarde, 1930, en Estados Unidos, el fotógrafo Edward Steichen, a petición de su hija prepara un libro para sus nietos. Su gusto por el pictorialismo, el retrato y el interés por los objetos comunes, le hacen crear un precioso libro, The First Picture Book con el que intenta no alejarse mucho de la realidad de los objetos retratados. En sus memorias cuenta cómo un niño, ante la imagen donde estaba un cepillo de dientes con un vaso y un grifo, hizo el gesto de ir a coger el cepillo de la fotografía.
Un libro maravilloso es el que nace en la editorial Pére Castor, de Paul Faucher. En un manifiesto escribió que la imagen no se limita a transmitir información a los ojos y la inteligencia: toca la sensibilidad y la imaginación. Y bajo estas premisas aparece el libro Découvertes, en 1947, con textos de J.M. Guilcher y fotografías de R-H. Noailles. "La poesía de la realidad" se muestra aquí en todo su esplendor.
Con los movimientos de renovación pedagógica de los años 60 el niño se pone en el centro de la acción: queremos niños vivos, activos, divertidos y libres. Esos parecen ser los principios del libro It is hard? It is easy?, de Mary MacBurney y Len Gittleman. El ritmo visual, un increíble tratamiento gráfico y niños disfrutando de sus juegos colocan la estética de los fotolibros para niños en un nuevo lugar.
No puedo dejar de citar a Tana Hoban quien, en los años 70 dedica toda su creatividad a producir libros para la infancia. Con Tana Hoban los niños descubren las diferencias entre ver y mirar. Ella siempre recuerda algo que le impresionó mucho cuando preguntó a los niños de una escuela qué habían visto en su camino y dijeron "nada". Lo siguiente que hizo fue darles cámaras para que aprendieran a re-descubrir aquello a lo que no habían prestado atención.
Count and See
En los años en que Tana Hoban exploraba el entorno infantil, en Francia, la fotógrafa Sarah Moon tomaba un cuento clásico para ilustrarlo con fotografías. Su Caperucita Roja mostró la potencia simbólica de la fotografía y la dificultad de abstraerse de ese concepto tan manido de que una foto es la realidad. Tanto fue su impacto que, en esos años, Françoise Dolto, quien tenía un programa radiofónico sobre libros para niños, llegó a decir que este libro podría traumatizar a los pequeños. Hay quien sostiene que, por estas desafortunadas declaraciones, muchos editores dejaron de publicar por años fotolibros.
Pocos conocen a la artista coreana Suzy Lee y su versión de Alice in Wonderland, un libro sin texto con fotocollages con los que explora el mundo de los sueños mientras trata de ajustarlos al formato libro.
Y ya, de los muy contemporáneos, me encanta el trabajo de Giulia Sagramola, Sonno gigante sonno piccino, con el que reinventa a partir de fotos familiares, la historia de los recuerdos incluyendo sueños y divertimentos que retan la memoria.
Y el otro trabajo fascinante es el de la actriz Jessica Lange en su libro It´s about a little bird, escrito para sus nietas, que son retratadas en una historia llena de romanticismo y cuyas fotografías fueron hechas en blanco y negro, impresas en blanco y negro y coloreadas a mano con óleo. ¡chapeau!
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