El juego secreto de Maurice Sendak
En noviembre de 2018 la Biblioteca Pública de Alicante me invitó a dar una charla sobre Maurice Sendak. Ya he hablado aquí de este enorme creador, así que la invitación me permitió volver a leer su obra y sumergirme en sus referencias, estudiar un poco más sus claves creativas y tratar de desentrañar ese "juego secreto" que pone en marcha con cada uno de sus libros. En esa charla hice una aproximación general a su obra y quise poner el foco en uno de sus trabajos más impactantes, el libro Donde viven los monstruos. Decidí que una lectura tan rica no podía quedarse en ese abarrotado y entusiasta salón de la biblioteca y he organizado un club de lectura en www.anatarambana.com dedicado a "desmontar" desde todos los lugares posibles (el psicológico, el social, el psicoanalítico, el estético, el histórico) este libro que lleva años conquistando a sus lectores y, sin duda, seguirá haciéndolo.
Tengo que confesar que Sendak es un regalo para los estudiosos, investigadores, mediadores y especialistas. Es, quizás, el autor que más nos permite poner en juego todo aquello que nos gusta a los lectores críticos. Nos deja que exploremos su obra desde lo literario, desde la imagen, desde la psicología e incluso el psicoanálisis, nos remite a la música, al teatro, a la tradición. Es, por decirlo con una palabra, un autor que nos invita a la sobre-interpretación. Con el título de esta charla, quisiera adentrarme un poquito en ese “juego secreto” al que aludimos en el título, para compartir de qué manera sus libros activan insospechadas relaciones y nos dan la oportunidad de considerar los libros para niños como obras llenas de sentido y complejidad. También aprovecho para agradecer aquí a otros colegas generosos en sus trabajos, como Ellen Duthie que nos lleva regalando en su blog Lo leemos así, una cantidad inestimable de ideas para leer y releer a Sendak.
Quisiera comenzar con una conversación que Art Spiegelman (el autor de Maus) y Sendak tienen durante un paseo por los bosques cercanos a la casa de Sendak y que Spiegelman dibujó.
Art Spiegelman
Al final, Sendak dice: "En realidad la infancia es rica e intensa. Es vital, misteriosa y profunda. Recuerdo la mía muy bien…Sabia cosas terribles, pero sabía que los adultos no debían enterarse. Se habrían asustado"
Esta es una frase que Sendak repite en cada una de sus entrevistas, en cada uno de sus textos. Esto, y sus propios recuerdos como materia en la elaboración de sus libros. Así que me gustaría hablar un poco de la vida de Sendak y de algunos de sus libros más relevantes.
Sendak nació en Estados Unidos, hijo de una familia de judíos polacos llegados al país después de la Primera Guerra Mundial. Instalados en Brooklyn, su vida no difería de la de otros inmigrantes:
"Mis padres no eran ricos, solamente teníamos dos camas -mi hermano y yo dormíamos en una, mi hermana Nathalie en la otra, y a menudo dormíamos todos en la misma. Mis padres, entrando en la habitación a veces con mi tío y mi tía, decían: “mira cómo se quieren”"
Sendak era un niño enfermizo que pasaba mucho tiempo dentro de la casa, dibujando y jugando en solitario. Recuerda cómo su madre jugaba con él, cuando tenía tres o cuatro años, levantando y bajando la persiana del salón. Sentado sobre ella, evoca la somnolencia que esta rutina le causaba, pero también la sorpresa al ver aparecer cada vez el muñeco de nieve que sus hermanos hacían en el exterior. Con cada escena, el muñeco iba teniendo ojos, nariz… Tal vez esto hizo que los juguetes mecánicos y los libros animados le interesaran tanto. También, en mucha de su obra, aparecen ventanas y sus escenarios nos recuerdan siempre a momentos teatrales.
Su padre era el gran proveedor de historias, que traía consigo desde la Polonia originaria. Historias rurales, cargadas de sentimientos y, en absoluto condescendientes con los niños. Era un hombre triste. Emigrar a Estados Unidos fue una decisión que sus padres no aprobaron y, de hecho, desde que se fue nunca más supo nada de ellos. Además, durante el nazismo, la familia paterna fue completamente exterminada. En su casa, como dijo una vez, creció en un estado permanente de luto. En una entrevista con Nat Hentoff en el New Yorker evoca una de las historias que escuchaba:
"Trata de un niño que se va a pasear con su padre y con su madre. Se separa de ellos. La nieve empieza a caer y el niño tiembla de frío. Se esconde bajo un árbol sollozando de miedo. Un inmenso personaje planea por encima de él y le dice, mientras lo toma: Yo soy Abraham, tu padre. Su miedo desaparece, el niño levanta los ojos y ve también a Sarah. Ya no está perdido. Cuando los padres lo encuentran, el niño está muerto. Estas historias -dice Sendak- tenían un parentesco con los poemas de William Blake. Los mitos que evocaban no parecían del todo falsos. Se mezclaban con la tradición judía pues mi padre tenía una manera muy particular de modelar los recuerdos y los deseos."
Sendak recuerda cómo las historias de su padre siempre incluían niños que se perdían. Un motivo que él retomó como una de las constantes en sus libros, fruto de una inmensa angustia infantil de perderse o ser abandonado. Sendak siempre conecta con ese drama invisible de la infancia: la soledad del niño asaltado por angustias, la cólera, o incluso el miedo a la muerte.
El primer libro que recuerda es el Príncipe y el mendigo, de Mark Twain. Con este libro nace en él un ritual del libro como objeto. Acostumbrado a publicaciones de mala calidad como los cómics de la época, de este libro le llama la atención la cubierta brillante, el papel fino, su olor… recuerda incluso haberlo querido morder. La última cosa que hice -dice- fue leerlo.
"Creo que mi pasión por los libros y su fabricación data de aquella época. Hay mucho que hacer con un libro además de leerlo. He visto a niños tocarlos, acariciarlos, olerlos, y es importante que por eso los libros tengan que ser magníficos"
Con nueve años comienza a escribir y a dibujar sus propias historias. Recorta fotografías de la época para hacer collages en las cubiertas, sus dibujos, muchas veces, representan a la familia Sendak con humor. Sus lecturas eran las populares: cómics, libros baratos, películas sobre los buscadores de oro, películas de monstruos, King Kong, Fantasía, pero también recuerda una máscara de Mickey Mouse representada en un gran bote de cereales.
"¡Qué máscara fantástica! ¡Una cara inmensa, brillante, expresiva, rutilante! Eso es lo que un niño de Brooklyn conocía en aquella época."
Sendak fue un gran coleccionista de figuras de Mickey Mouse, al que adoraba, sobre todo en la primera época del personaje. Aquí hay algunas imágenes de su colección que fue subastada hace pocos años.
Juguetes de la colección de Maurice Sendak
Con 15 años, después de las clases, diseñaba los decorados para All-American Comics adaptando los cómics de Mut and Jeff colocándolos en la página y completando los decorados.
En esa época comienza a ilustrar libros, el primero de ellos, El príncipe feliz, de Oscar Wilde, un libro que le fascinó en su infancia. Después de sus estudios comienza a trabajar a tiempo completo en una agencia de decoración de escaparates en Manhattan. Ayudaba en la fabricación de personajes como Blanca Nieves y los siete enanitos, hechos de papel maché, lana de hierro y pintura. También en esa época empieza a construir juguetes animados de madera con su hermano, lo que le lleva a ser asistente de escaparates para la tienda Schwarz.
Prototipos de juguetes creados por Sendak
El encargado de comprar libros para niños en esa tienda y el director de decoración le presentaron su trabajo a la editora Ursula Nordstrom quien le pide de inmediato ilustrar una traducción de los Cuentos del gato encaramado de Marcel Aymé que se publica en 1951.
A partir de ese encuentro Ursula Nordstrom se convertirá en su mayor apoyo, cómplice, confidente y editora capaz de sacar lo mejor de Sendak. El volumen con su correspondencia revela la importancia de esta mujer con sus autores.
Unos años más tarde aparece su primer personaje inolvidable: Rosie, en El letrero secreto de Rosie.
Inspirado en una niña que había visto en las calles de Brooklyn en 1948, se puede decir que es el prototipo de todos los personajes que crearía más tarde. Es cierto que antes había escrito e ilustrado La ventana de Kenny (1958) pero ahí todavía está lejos de dar forma a su mundo estético.
Brooklyn aparece en el mundo de Rosie como un lugar encantador, con sus pequeñas casitas de ladrillo visto, los niños por la calle jugando. Una especie de mundo ideal lleno del romanticismo al que Sendak era tan aficionado.
Un libro que comienza con un cartel en la puerta de la casa de Rosie: “Si quieres enterarte de un secreto, llama tres veces”. No hay que decir que el misterio con que comienza, el número tres y la promesa de algo interesante vienen de una cabeza acostumbrada a alimentarse de cuentos populares. Es otra época, la de estos niños, que tienen que luchar contra el aburrimiento. Porque, para mí, una de las claves más sugerentes de este libro es el aburrimiento. Con ese tedio que invade a los niños inventan sus propios juegos, se disfrazan, cambian de personaje y establecen sus propias reglas. Rosie es la gran dama, la artista, es decir, la que se pregunta qué puede hacer cuando llega el aburrimiento. Un libro donde ya se adivina el profundo conocimiento de la infancia que poseía Sendak, y su maravillosa manera de dejar a los niños a su aire, responsables de su propio destino, al menos en lo que se refiere a las horas del juego. Niños. Calle. Juegos. ¡Cuántas nostalgias desata este libro!
"Los niños necesitan evocar ciertos juegos para combatir una realidad temible propia a la infancia: su vulnerabilidad al miedo, a la cólera, al odio, a la frustración –emociones todas que forman parte de su vida cotidiana y que perciben solamente bajo la forma de fuerzas imposibles de controlar, y peligrosas. Para dominar estas fuerzas, los niños se inclinan hacia lo imaginario, hacia un mundo de fantasía donde las situaciones emocionales problemáticas se resuelven con satisfacción"
Pocos años más tarde (1962) publica la Minibiblioteca, cuatro libros minúsculos que parecen rendir homenaje a los libritos de Beatrix Potter donde los niños que aparecen están íntimamente ligados al libro de Rosie: estos niños parecen ser sus “hombrecitos”, esos a los que lleva y trae con sus juegos. En España hubo una primera edición de los libros en tamaño original –muy pequeños, como para la mano de los niños- y ahora ha sido reeditada por Kalandraka con las traducciones que hizo Gloria Fuertes.
Me gustaría, aunque no hemos visto mucho de la obra de Sendak, mostrar lo que se hacía en los años cuarenta y cincuenta en los libros para niños.
Siempre digo que hay que mirar el contexto en el que se hicieron los libros para determinar su valor, en este caso de Sendak, la ruptura que supuso su estética. Básicamente, lo que vemos es una infancia idealizada, esos niños “bonitos” que representan lo que los adultos piensan que es un niño. Sendak, indagando en su propio interior y en su infancia, consigue poner en un primer plano, otro modelo.
Si nos fijamos, además, en sus libros, los padres suelen estar ausentes. Esta fue una de las razones por las que sus libros, en un primer momento, causaron extrañeza en los adultos. Un imaginario que se resiste a una interpretación unívoca, entrar en el mundo interior de los niños que expresan el juego, pero también la cólera, el temor, e incluso la melancolía. Como él mismo dijo en una ocasión:
"Creo que lo que he ofrecido ha sido distinto, pero no porque dibujara mejor que nadie ni porque escribiera mejor que nadie, sino porque fui más honesto que nadie. Al hablar de niños y de las vidas de los niños y de las fantasías de los niños y del lenguaje de los niños dije todo lo que quise decir. Porque no creo en los niños, no creo en la niñez. No creo en la línea de demarcación de “eso no se les puede decir, eso otro tampoco se les puede decir”. Se les puede decir lo que se quiera. La única condición es que sea verdad. Si es verdad, díselo. (citado en Lo leemos así)"
En líneas generales, Sendak tiene una serie de libros, digamos, “menores” –sin que esto suene como menosprecio- donde las ilustraciones reciben influencia del cómic, son ligeras, humorísticas, sencillas, y aparecen tanto en libros escritos por él como en algunos encargos.
Una de sus inspiraciones en esta serie es Krocket Johnson, el creador de Harold y el lápiz color morado, que comenzó a publicarse en los años cincuenta.
Krocket Johnson
Estos dibujos de Sendak, de tamaño reducido, oscilan entre el cómic, la caricatura y la ilustración, una tendencia muy típica de los años 50 en Estados Unidos. Dibujos a pluma que sin duda fueron su gran laboratorio para explorar lo que sería después su obra “mayor”. Poco a poco va incorporando, por decirlo de alguna manera, capas en sus ilustraciones, colores y una presencia muy marcada del negro.
Esto es un paso a su obra más romántica, influenciada por los prerrafaelitas y románticos alemanes, como en varios libros que ilustra para otros. El cuarto de Sara, o la deliciosa serie de cuatro títulos de Osito, que ilustra para Ruth Krauss.
Son imágenes que podemos relacionar con la época victoriana, decorados con aires antiguos, los trajes de los personajes con cofias y faldas largas. También admira a Randoph Caldecott, de quien aprecia el ritmo y el movimiento en una obra que abunda en las imágenes musicales, sus personajes no paran de bailar, cantar y tocar instrumentos de música.
Randolph Caldecott
Randolph Caldecott
Randolph Caldecott
Maurice Sendak
Los prerrafaelitas fueron un movimiento que surgió a mediados del siglo XIX en respuesta a los males contemporáneos de la incipiente sociedad industrializada. Proponían un regreso a la naturaleza, la belleza, y se inspiran en artistas anteriores a Rafael –de ahí su nombre-. Los prerrafaelitas juntan la literatura con la pintura y la música. Pintan e ilustran, como Walter Crane, otro ilustrador al que admiraba.
En el centro de todo ello figuraba la infancia como algo inmaculado y ajeno a las tensiones sociales.
Walter Crane
Aquí hay una imagen claramente inspirada en un cuadro prerrafaelita, Ofelia, de John Everett Millais (1852)
John Everett Millais
Maurice Sendak
Sendak fue muy generoso hablando de sus influencias, de los pintores que admiraba y de las relaciones que establecía entre su obra y la de otros. La riqueza y diversidad de sus fuentes de inspiración dan testimonio de la multiplicidad de lecturas y miradas. Sendak entra en los caminos de su propia cultura, interiorizada, para reinterpretarla. La alusión no le interesa, él va a su fuente y la rehace. Su obra, puede decirse, es una variación. Explora su tradición y busca la expresión artística que expresa de la mejor manera el universo en el que está. Por eso hay esos cambios de estilo. Él mismo llegó a decir:
"No soy un innovador, ese no es mi talento. Utilizo simplemente lo que existe e intento mostrar lo que todavía se puede hacer con ello. Por ejemplo, el libro álbum exige una extraordinaria concentración de sentimientos y palabras. (…) Personalmente adoro las condensaciones, me encanta reducir algo amplio a su quintaesencia"
En su libro El enebro y otros cuentos de los hermanos Grimm emprendió un auténtico viaje al pasado alemán: los románticos, los orígenes, el grabado, etc. De hecho podemos apreciar su particular homenaje a Dorotea Viehmann, la “proveedora de cuentos” que Ludwig Grimm dibujó en uno de sus libros y Sendak la hizo aparecer de nuevo en sus ilustraciones como la madre del diablo en el cuento Las tres plumas. Llama la atención, en las ilustraciones de este libro, los rostros como ausentes de los retratados y que sean casi miniaturas, una por cuento, con cierta dramatización, además de haber seleccionado él mismo los cuentos.
Maurice Sendak
Sendak habló mucho de sus obsesiones, por ejemplo, los bebés. Siempre recordaba lo mucho que le había impresionado el secuestro del bebé de los Lindberg, no sé si recordarán. Una familia acomodada cuyo precioso bebé desaparece. En la radio y en las noticias solo se habla de ese bebé que nadie sabe dónde está y finalmente aparecerá muerto.
"Cuando el bebé Lindberg fue secuestrado ya supe con 4 años que algo que le pasó a ese niño podría pasarme a mí. Nadie me consoló cuando el bebé Lindberg fue encontrado muerto. Creo que los niños pequeños saben cosas que no nos gustaría que supieran"
Noticia de prensa, desaparición de Lindberg
El bebé Lindberg en la prensa
En muchos de sus libros los niños están solos, o son secuestrados como en Al otro lado. "[este libro] fue mi fantasía donde el bebé es salvado. Lo devuelvo con vida. Eso es lo que son mis libros para mí: una explicación a mí mismo de las dificultades de la vida"
Los bebés, como buen romántico, son fuente de inspiración.
"Me encantan los rostros de los niños y los dibujo todo el tiempo. Son misteriosos. En el momento de su muerte el cuerpo de mi padre había encogido –había tomado la forma como de un niño pequeño, y mientras lo sostenía me di fijé que su cabeza era más grande que su cuerpo y se movía como la de un bebé. En estas condiciones morir era como dormirse, “shhhh, todo irá bien”. Es lo que le dirías a un bebé con fiebre, salvo que mi padre estaba muerto"
Otra de sus influencias fue su perrita Jennie, a la que rinde homenaje en el libro Dídola, pídola pon, o la vida debe ofrecer algo más, donde una perrita sale por el mundo en busca de aventuras.
Foto de la perrita Jennie
Maurice Sendak y foto de Jennie
Beatrix Potter, ya lo hemos comentado, fue otra gran influencia en sus composiciones ordenadas, los colores neutros de su primera obra y en una idea, común, de la infancia.
Sendak en la casa de Beatrix Potter
Beatrix Potter en su casa
Beatrix Potter
Maurice Sendak
Maurice Sendak
Philip Otto Runge, el pintor romántico alemán, también tuvo gran influencia. Y, de igual manera, Winsor McCay, el creador de Little Nemo, al que rinde homenaje en muchos de sus libros, en especial Cocina de noche.
Philip Otto Runge
Maurice Sendak
Little Nemo (arriba) y Maurice Sendak (abajo)
Pero también hay una influencia muy destacada en su obra, la de la música y, sobre todo, Mozart, al que escuchaba continuamente mientras trabajaba y que le ayudó a dotar de musicalidad muchas escenas de sus libros. Incluso ilustró óperas. La música y el teatro están muy presentes en todos sus libros: niños que se disfrazan, juegan a ser otros y tienen a la representación teatral.
Todo este ejercicio de mirar y buscar que estamos haciendo en realidad va encaminado a acercarnos a Donde viven los monstruos para darle un sentido mayor, para estirar las interpretaciones hasta el límite, para desentrañar todos sus resortes.
Por cierto: todos los libros de Maurice Sendak están siendo reeditados por la editorial Kalandraka.