El 1 de diciembre subí a un avión con destino a la FIL (Feria Internacional del Libro) de Guadalajara, México. La vida de autónoma tiene alegrías como esta: me llevan y decido quedarme un par de meses. Mi plan es sencillo: huir del frío, trabajar un poco, pasear y encontrar amigos y colegas.
Esto significa que, en estas semanas, he hecho unos 23000 kilómetros en avión, en autobús, en “combis”, en coche y caminando. He pernoctado en 17 camas diferentes, pasado por 7 estados mexicanos desde Monterrey hasta Oaxaca.
Sin duda las experiencias más significativas han sido los talleres: el de Monterrey con profesores de escuelas de magisterio, posterior a la compra de libros en la FIL, con apertura de cajas, revisando criterios de selección (y de compra); el de Oaxaca, donde estuvimos solamente cuatro horas leyendo Donde viven los monstruos de Maurice Sendak; el de Queréraro, enfocado a revisar narrativas de libros “viejos” comparándolas con los nuevos. En un lugar muy diferente a los otros, Tepic, con libros informativos.
En todos los casos, la masiva afluencia (40, 70, 100 participantes) me hizo ver de nuevo la necesidad de formación continua en un mercado de libros siempre cambiante. Todo este recorrido no habría sido posible sin el cariño y la ayuda de colegas queridas: Alma Carrasco, desde Consejo Puebla de Lectura; Luisa Díaz en Tepic; Beatriz Soto y Erika Burgos en Querétaro; Socorro Bennets y Nancy Mariano desde Seguimos leyendo, en Oaxaca. Detalles de todos estos talleres y algunas de sus conclusiones, los he ido compartiendo en mi Facebook y en Instagram.
Un momento especial fue mi visita a una de las lectoras de estas cartas, muy activa en nuestro Club de Lectura, Cristina Antúnez. Recuerdo sus primeras misivas contándome que no sabía nada de LIJ pero quería tanto aprender que por eso se apuntaba. En nuestro primer intercambio de cartas, curiosa yo por esta persona que hablaba de su madre madrileña y me contaba otras cosas fascinantes, le prometí que, si alguna vez iba a México, le haría una visita. Y así fue mi viaje a Jiutepec. Cristina: de nuevo mi agradecimiento por tu hospitalidad.
En este tipo de viajes, hay mucho tiempo para leer: esperas entre viajes, tardes muertas, paseos que terminan en una bonita plaza con algo para leer, comidas y cenas solitarias, y los mismos viajes. Antes de viajar a México siempre leo, para entrar en ese mundo que adoro: La vida conyugal de Sergio Pitol; Instrucciones para vivir en México de Jorge Ibargüengoitia y El complot mongol de Rafael Bernal. Tres libros guasones que siempre me dan ganas de viajar a ese país. Por lo demás, durante el viaje he dado rienda suelta al desorden lector. Leí el divertido Lector a domicilio de Fabio Morábito; por sugerencia de Daniel Goldin, la estupenda y sorprendente biografía novelada de Thomas Mann El mago, de Colm Toibin a quien seguí leyendo con su prosa contenida y sentimental en Long Island. Cristina me descubrió el bellísimo La sierra y el viento del escritor mexicano norteño Gerardo Cornejo. Me doy cuenta de que han pasado por mis manos muchas biografías y memorias: La familia Wittgenstein de Alexander Waugh (vaya locura de familia, por cierto); Regreso a Reims de Didier Eribon; Las genealogías de Margo Glantz en una edición no venal que compré en una librería de segunda mano. Cómo se escribe una vida de Michael Holroyd. Empecé y abandoné muchos otros por desinterés gracias a que llevaba la aplicación de e-biblio de las bibliotecas de la Comunidad de Madrid que siempre es mi salvación en los viajes.
Y también he podido avanzar en muchos ensayos de literatura, de los que ya hablaré, para preparar el próximo club de lectura que he llamado pomposamente
Cómo leer literatura infantil
¿Te gustaría, en tus lecturas, ir más allá del tema y del argumento? ¿Saber por qué una obra te parece memorable o te deja indiferente? ¿Leer con herramientas y argumentos? En definitiva: ¿leer con curiosidad, análisis y calma?
También pude leer, después de la recomendación de Miguel Tanco un volumen de ensayos de Natalia Ginzburg, Vida imaginaria donde aparece el estupendo artículo Sin hadas ni magos en el que critica, ya en 1970, una colección de Einaudi dirigida por Bruno Munari cuyo manifiesto es: “Cuentos e historias sencillas, sin hadas y sin brujas, sin castillos lujosísimos ni príncipes guapísimos, sin magos misteriosos, para una nueva generación de individuos sin inhibiciones, sin sumisiones, libres y conscientes de su fuerza” (toma ya, digo yo).
Aunque este manifiesto le parecía discutible, encontrarse un libro titulado L´Uccellino Tic Tic de un autor llamado Poi desata una crítica feroz, más cuando se da cuenta de que Poi es, ni más ni menos, que Bruno Munari al que no le importan las moralejas y se ajusta a un inquietante programa pedagógico. Dice en ese texto:
Las razones por las que hoy en día es tan difícil escribir para los niños son infinitas, pero una de ellas es, sin duda, que nos domina la idea de que a los niños todo puede hacerles daño. La fantasía nos aterra porque es arriesgada, imprevisible y fuerte. Tenemos poca y encima la usamos con manos parsimoniosas y remilgadas. Cuando se escriben o imprimen libros para niños, lo primero que se hace es atrancar puertas y ventanas. No a las historias de dolor porque el dolor hace daño. No a las historias de miseria porque son patéticas. No a las lágrimas. No a la conmoción. No a la crueldad. No a los malos porque los niños no deben conocer la maldad. No a los buenos porque la bondad es sentimental. No a la sangre porque causa impresión. No a los lujosísimos castillos porque son evasión. No a las hadas porque no existen. Los niños son frágiles y por eso los alimentaremos con viandas lavadas y desinfectadas. Los educaremos en la concreción, pero antes esterilizaremos la concreción, aislaremos dentro de ella lo que no brilla ni destella.
Aunque la cita es larga, tiene mucho que ver con temas que han surgido a cada tanto en mi viaje a México y me ha recordado lo que reclamaba la querida y recientemente fallecida, Marina Colasanti.
México ha sido, como siempre, una alegría, un lugar para darme cuenta de todo el trabajo que sigue siendo necesario sobre el fomento de la lectura. A pesar de las tremendas desigualdades y de los continuos dramas que asolan ese país, por la hospitalidad, el cariño, sus comidas, la belleza por doquier y la oportunidad de ser nómada en un país que añoro, este viaje ha sido memorable.
Pinche México, ya te extraño.

Gracias por leerme. ¡Corazonea, comparte o comenta! Y, sobre todo, apúntate a nuestro plan para el 2025 Cómo leer literatura infantil, que va a estar lleno de sorpresas.
Muchos cariños.
Que gusto que disfruto su viaje, espero que en algún momento pueda saludarla en persona 🤗 gracias por compartir siempre, que regrese pronto a visitarnos, saludos desde Puebla!!.
Ana querida,
qué alegría leerte y tener fecha para el próximo Club.
Disfruté de “El lector a domicilio” hace unos años. Lo voy a releer por si lo mencionas en el Club😃.
Abrazos